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Actualizado: 30 de abril de 2025
La cabeza y la mano habían desaparecido como un relámpago. El joven, recogiendo la flor con no poca sorpresa, preguntó: ¿Quién está ahí con vosotros? Los niños respondieron á coro: Es Carmen, es Carmen. ¡Uy! ¡uy! ¡uy! Los chicos lanzaron gritos de dolor. Al parecer, su hermana, poco satisfecha de la sinceridad del coro, les estaba repartiendo sendos pellizcos en las piernas.
¿Qué hay? ¿Qué sucede? gritó, recogiendo del suelo el sombrero, el que debía ser amo de la casa. ¡Arriba, hombre, arriba! ¡Siempre en Babia! Emma así..., y tú fuera.... Esta frase del primo Sebastián le supo a Bonis a todo un tratado de arqueología; era del repertorio de las antigüedades clásicas de su servidumbre doméstica. Pero... ¿qué hay? ¿Qué tiene Emma?
«Los papeles eran sus compañeros y entretenimiento ordinario: íbalos recogiendo para dar una parte de los negocios grandes que habían pasado por sus manos y por las de su padre... . Se empleaba en revolver sus historias y borradores... ¡qué bocados le traía al oído la soledad! .»
El, según declaraba a Maltrana, había nacido para la acción violenta, para vivir en aventura continua, arriesgando la piel. ¿Por qué había de permanecer dentro de una población, juntando letritas de plomo, agotándose en esta tarea de mujer?... Era hombre de pelea; le gustaba torear a la Muerte todos los días según sus propias palabras , darla el quiebro, recogiendo el pan de entre sus pies.
Tu tío, etc...» ¡De perlas, amigo don Claudio, de perlas! dijo don Alejandro recogiendo el papel de manos del comandante . Me alivia usted de un trabajo engorrosísimo. Al pie de la letra lo copio, y va esta misma noche al correo. Si quiere usted que se recargue un poquito la suerte respondió don Claudio muy serio , pida con franqueza. Me parece que sobra con esto. Al buen entendedor...
Y hoy, que es el último día... ya veis... Callose otra vez y frotó el cuarzo contra su manga. Como puede verse, el caso es duro para su socio... Y ahora, señores añadió bruscamente, recogiendo su pala de largo mango, se acabó el entierro; les doy las gracias y... Tennessee se las da también por la molestia que les ha ocasionado.
Pero todo fué en balde: a la mañana siguiente, batidas bien ambas orillas, sólo se encontró el miserable gozque, todavía teniendo en su boca alguna parte de la vestidura blanca de María. El soldado, con las lágrimas en los ojos, recogiendo en su pecho aquella prenda de dolor, iba inquiriendo de piedra en piedra por el río, y preguntando a cuantos aldeanos encontraba: ¿Has visto a María?
«¿Qué miras? dijo la Dura inclinándose . ¡Ah!, otro botón... y este es negro, con tres ujeros... Mala señal, chica. Esto quiere decir que si no te casas, mereces que te azoten». Recogiendo el botón, lo miraba de cerca. Anochecía, y la sala se iba quedando a oscuras. Poco después Fortunata veía sólo el bulto de su amiga y los zapatos amarillos.
La abadía era muy rica y famosa: rica por los fertilísimos valles que en sus contornos los monjes habían desmontado, cultivándolos con esmero y recogiendo en ellos abundantes cosechas; y famosa, porque era como casa de educación, donde muchos mozos de toda Francia y de la España que permanecía cristiana acudían a instruirse en armas y en letras.
Por más que no quieras tomar sino una ligerísima tintura, necesitas varias lecciones: necesitas asimismo consagrar a mi servicio y asistencia un par de horas diarias, a fin de que vayas recogiendo sentencias de las que se escapan de mis labios muy a menudo. EUMORFO. Consagraré a tu servicio y asistencia ese par de horas diarias que dices.
Palabra del Dia
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