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Actualizado: 4 de junio de 2025


Finalmente, después de muchas idas y vueltas, tentativas y sustos y vacilaciones, las cuales rodeaba la exaltada doncella de gran aparato y misterio, se decidió un día a acometer aquella empresa espeluznante. ¡Cielo santo, en qué estado de confusión y terror llegó aquella tarde al confesonario! Su padre se había puesto loco, rabioso, al solo anuncio de lo que deseaba hacer.

Cuando más tarde la vio, manifestole su fracaso en cortas y secas palabras. Durante algunos días hizo esfuerzos para alejar de su pensamiento aquella desagradable entrevista y hasta la imagen del blasfemo. Abrumado, abatido por un recibimiento tan brutal, no imaginaba que hubiese medio alguno de combatir aquel diablo rabioso henchido de ira y de impiedad.

Por esto, rabioso y desesperado, anhelaba batirse en función campal, seguro de su destreza y costumbre de guerrear; y lamentando la estupefacción del General en Jefe, exclamaba: «Demos una batalla, y, aunque muera la mitad del ejército, la otra mitad conquistará un charco en que beber y un puñado de trigo seco que llevar a la boca

No apuesto nada: para esa hazaña y otras menores yo que eres capaz. Pintóse un furor rabioso en el rostro de Velázquez al escuchar estas palabras insolentes; alzó el bastón que llevaba en la mano y cruzó con él las espaldas de su querida, que estaba ya medio vuelta para irse. Y hubiera seguido golpeándola si los concurrentes no se hubieran apresurado á interponerse.

Debe tener dentro de los zapatos continuó ella unas pezuñitas lindas como las de las cabras. Debe saber tocar el caramillo. ¿No lo cree así, capitán?... El fauno, enfurruñado y rabioso, acabó por marcharse, saludando torpemente al salir. Ferragut sintió un gran alivio con esta ausencia, pues temía alguna palabra ruda de Tòni. Al quedar sola con Ulises, corrió de un lado á otro por la gran cámara.

De pronto oyeron en la escalera los pasos de su padre, torpes y vacilantes, como los de un beodo. Rosa se estremeció. Quiso ocultarse en su cuarto; pero antes de que pudiese hacerlo, ya el bárbaro molinero había caído sobre ella, mudo y rabioso como un tigre. La arrojó al suelo y empezó a darle tremendos golpes con una gruesa vara de fresno.

Pregúnteselo usted a tía Tomasa. Hasta dicen que si son tan amigos es porque ella le fabrica cierta untura que le sienta como de mano de ángel. Lleva un perro rabioso agarrado a salva sea la parte, y por eso tiene ese genio insufrible. La mañana que se levanta de mal teque, tiembla el palacio y después toda la diócesis. Es un hombre bueno, pero cuando le muerde detrás la mala bestia, hay que huir.

En el nuestro, y a la espera de mayor desahogo de trabajo, mi mujer se había contentado verdad que bajo un poco de presión por mi parte con magníficas puertas de arpillera. Como estábamos en verano, este detalle de riguroso ornamento no dañaba nuestra salud ni nuestro miedo. Por una de estas arpilleras, la que da al corredor central, fué por donde entró y me mordió el perro rabioso.

Margarita de Austria le clavó una mirada iracunda, que la otra sostuvo sin pestañear. Luego, acercando la boca a su oído, le dijo con rabioso acento: Si usted no me sigue ahora mismo, llamo a dos criados para que la saquen del salón a viva fuerza. La reina de Escocia se estremeció; pero tuvo aún ánimos para contestar: Deseo ver al señor duque.

Cachucha entró precipitadamente en el pabellón seguido de un ejército de hombres, mujeres y niños. El perro, con ese delicado instinto propio de su raza, se acercó un poco más al niño, tendiéndose a sus pies, seguro de que había encontrado un buen defensor para librarse de aquella horda de vándalos que pedía su muerte. Señorito, no toque Vd. a ese perro, que está rabioso, exclamó Cachucha.

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