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Actualizado: 21 de junio de 2025
El Gran Capitán enseñó al mundo el arte de guerrear moderno; Pedro Navarro fue un ingeniero asombroso; las tropas españolas las primeras en usar las armas de fuego, creándose así la infantería, que democratizó la guerra, dando superioridad al pueblo sobre los nobles jinetes cubiertos de hierro. España fue quien descubrió la América.
Napoleón, por ejemplo, no vale más que Alejandro el Grande; pero Napoleón tiene cañones y otros medios de guerrear que Alejandro no tenía. Ni Kant ni Hegel valen tanto como Aristóteles; pero Aristóteles no poseía ni la vigésima parte de datos científicos que Kant y Hegel. Harto se comprende así en qué sentido y hasta qué punto el progreso es indudable.
El Dios alemán es un reflejo del Estado alemán, que considera la guerra como la primera función de un pueblo y la más noble de las ocupaciones. Otros pueblos cristianos, cuando tienen que guerrear, sienten la contradicción que existe entre su conducta y el Evangelio, y se excusan alegando la cruel necesidad de defenderse. Alemania declara que la guerra es agradable á Dios.
Vamos, vamos, Sr. D. Carlos dijo Zorraquín abrazando al enfermo . Ahora que los dedos se nos hacen triunfos, y tenemos a nuestro Rey con nosotros, y nos preparamos para ir sobre Madrid ¿se le antoja a usted morirse? Eso no se puede consentir. Navarro se acongojó mucho y dijo que la voluntad de Dios no le permitía guerrear en aquella grande y sublime campaña.
En cierta ocasión agarró un moño como se podría coger una fruta, tiró de él y una copiosa cabellera negra se le quedó en la mano, por lo que se dijo que en sus grandezas imitaba a Julio César, y en su modo de guerrear a los salvajes. Era una mujer alta y gorda, no tan gorda que llegara a ser repugnante, sino llena, redondeada y bien compartida.
Recordaba con dulce nostalgia su navegación de tres años antes, desde los Estados Unidos á las costas de Francia, cuando era oficial del ejército americano é iba á guerrear contra los alemanes.
Silvestre Paradox no es ya paje, ni escudero, ni soldado que va a guerrear y a garbear a Italia, Flandes y América, ni queda cautivo en Argel, ni acaba como penitente ermitaño en un yermo; pero lucha por la vida como se estila ahora, y acomete atrevidas empresas y busca aventuras, y nos presenta desde su nueva atalaya de la vida humana larga serie de cuadros en los cuales no deja de haber realidad y verdad, aunque ennegrecidos a veces por la sátira y grotescamente exagerados por la caricatura.
Hemos trabajado ya bastante, fundando a Roma, y nos hemos ganado un descanso apacible. ESCIPIÓN. Por desgracia, señores, no hay nadie entre nosotros que conozca bien la psicología femenina. Ocupados en guerrear y en fundar a Roma, nos hemos embrutecido, hemos perdido la elegancia en el trato social y hemos olvidado completamente lo que es una mujer.
¡Qué brava guisa de guerrear! dijo don Pedro Valderrábano, con tono amistoso y burlesco. En un quítame allá esas pajas desbarata vuesa merced un ejército, le coge las vituallas, cae de sopetón sobre una poderosa ciudad y se la adueña. Piense vuesa merced, señor don Enrique, que no hay batalla que no se gane desde una silla de vaqueta, cabe el brasero.
Por esto, rabioso y desesperado, anhelaba batirse en función campal, seguro de su destreza y costumbre de guerrear; y lamentando la estupefacción del General en Jefe, exclamaba: «Demos una batalla, y, aunque muera la mitad del ejército, la otra mitad conquistará un charco en que beber y un puñado de trigo seco que llevar a la boca.»
Palabra del Dia
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