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Actualizado: 3 de junio de 2025


Por aquí pasó.... ¡Qué preciosidad! No he visto cosa más mona en la vida.... A ver cuándo el señor duque le compra otra pareja así dijo Petra mirando con el rabillo del ojo al banquero, mientras ataba las cintas de la bata a su ama. ¡Ps! exclamó ésta alzando los hombros con desdén . No me ha dado nunca por guiar. Es oficio de los cocheros.

Currita vio desde la puerta el extremo de un banco desocupado y ante él se arrodilló, haciendo uno de esos garabatitos con que creen ciertas damas santiguarse, cruzando las manitas sobre el respaldo, inclinando la cabeza con mucha devoción y poniéndose a registrar con el rabillo del ojo todo cuanto había y pasaba dentro de la capilla... ¡Prodigio maravilloso de la perspicacia y fuerza comunicativa de la grey femenina!... Cuatro minutos después, no quedaba en el extenso recinto una sola alma más o menos pía que no hubiera atisbado la entrada de Currita, sin que fuese necesario para ello más que alguno que otro suave cuchicheo, alguna que otra disimulada seña, alguno que otro libro devoto o rosario bendito que rodaba por el suelo, para dar ocasión a la dama que lo recogía de lanzar una rápida mirada con el mayor disimulo.

Currita le miraba marchar con el rabillo del ojo, dando de cuando en cuanto nerviosos suspiritos.

Petra observaba con el rabillo del ojo la impaciencia del Magistral, que preguntó: ¿La iglesia está cerca, creo, saliendo por ahí por el bosque, verdad? , señor; pero hay tres callejas que se cruzan y puede darse en el río en vez de... si quiere usted ir, le acompañaré yo misma; ahora no tengo nada que hacer allá dentro.... Si eres tan amable.... Petra echó a andar delante del Magistral.

Volvióse como lo pensó; y andando paso a paso, oliendo el clavel de tiempo en tiempo y con la otra mano en la cadera, iba discurriendo al siguiente tenor: El clavel se le cayó a ella de la boca; yo le recogí del suelo y quise dársele; ella le miró, viole sin rabillo, y me dijo: «no sirve ya, puede usted tirarle...» palabras textuales; y yo le tiré, bien sabe Dios que contra mi gusto.

Mas no tuvo Monote que echar de nuevo los bofes, pues Batiste se alejó fingiendo haber desistido de tal compra. Vagó por el mercado, mirando de lejos otros animales, pero vigilando siempre con el rabillo de un ojo al gitano, el cual, fingiendo igualmente indiferencia, le seguía, le espiaba. Se acercó á un caballote fuerte y de pelo brillante, que no pensaba comprar, adivinando su alto precio.

Aquellas tristezas, aquellos arranques mal disimulados de impaciencia, de despecho, que yo observaba con el rabillo del ojo ¡ay! ¡, esto era lo cierto, con el rabillo! ¿serían ilusiones mías, nada más que ilusiones? ¡Pero si no podía ser!». Y sentía sudores y escalofríos al imaginarlo.

Ulises, que no podía moverse, vió con el rabillo de un ojo que la que llegaba era una mujer, y que esta mujer se parecía á Freya. ¿Era realmente ella?... Tenía el mismo rostro, los cabellos rubios, los ojos negros y orientales, igual óvalo de cara. Era Freya y no era, como dos gemelas repetidas exactamente en el mismo molde físico guardan siempre un aire indefinible que las diferencia.

Así en lo malo como en lo bueno, siempre se deja un rabillo, para que lo desuelle el destino. En las mayores calamidades, permite siempre un suspiro; en las dichas que su misericordia concede, se le olvida siempre algún detalle, cuya falta lo echa todo a perder.

El conde volvió a experimentar nueva y violenta emoción, primero de pena, después, al sentir la mano de la dama en su brazo, de vivísimo gozo. Y, turbado hasta lo profundo de su ser, fue mostrándole lo digno de verse que tenía la finca, las grandes y hermosas praderas, las cuadras, la nueva maquinaria del molino, el bosque por último. Ella le observaba con el rabillo del ojo.

Palabra del Dia

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