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Actualizado: 15 de junio de 2025
Todo era asunto de cerrar una hora antes la taberna; pero dentro de ella jamás tendría la justicia quehacer alguno mientras estuviese él detrás del mostrador. Batiste, después de mirar furtivamente desde la puerta al tabernero, que con la ayuda de su mujer y un criado despachaba á los parroquianos, volvió á la plazoleta.
Hasta Agapo no habían llegado aún esas ideas de socialismo, anarquismo y nihilismo que corren por ahí, haciendo temblar las carnes de todo el que tiene algo que perder, pero él poseía su credo, que era éste: vivir a costa del prójimo, pedir al vecino lo que falte en casa y no trabajar sino en provecho propio, dando quehacer a las mandíbulas; que, al fin y al cabo, todos somos iguales: el estómago del rico, no se diferencia del pobre, y no es justo que mientras aquél engulle y se regala, sean para éste todos los días de cuaresma.
Ella misma limpiaba su dormitorio, para evitar un quehacer á la vieja doncella. No quería admitir la ayuda de Valeria. Cada una corría con el arreglo de su propia habitación, ya que la servidumbre era escasa. Además, entraba en la cocina algunas veces, y hasta por su gusto habría ayudado al jardinero en el cultivo de la pequeña huerta.
608 Tampoco yo le daba alce como deben suponer; se había aumentao mi quehacer para impedir que el brutazo le pegar algún bolazo de rabia a aquella mujer. 609 La bola en manos del indio es terrible y muy ligera; hace de ella lo que quiera saltando como una cabra. Mudos, sin decir palabra, peliábamos comos fieras.
Hemos venido a molestar, señor. ¡No, señor!... ¿y por mucho tiempo? Es verdad pensamos pasar aquí una temporada. Dos o tres meses agregó Ricardo. ¿Tanto tiempo? Vendrán por algún quehacer. ¡No, don Casiano! dijo Melchor, ¿sabe por qué vienen?... míreles las caras... ¡vienen a curarse!... En verdad, que no parecen muy enfermos. Son bromas de Melchor, señor dijo Ricardo.
Aquí me tienes, clavada en el butaque, sin poder dar un paso; sin poder ayudar a tu tía. ¡La pobrecilla, que no para! Y yo que en nada le aligero el trabajo; antes, al contrario, le doy quehacer. ¡Estos nervios, hijo! Cuando dijo esto me hizo una señal de inteligencia, como indicándome que la engañaban, que ella no creía nada de cuanto le decían acerca de su enfermedad. Que te pongan la cena.
Ya sé cuál es el quehacer del conde... Una juerga me dijo Pepita por lo bajo. ¿Cree usted?... ¡Uf! Como si lo viera. Las señoras en coche y los hombres a pie, nos trasladamos todos al muelle, donde nos esperaba una espaciosa falúa entoldada, con cuatro remeros sentados a la proa. El calor en aquel sitio era estupendo. El reflejo de las piedras abrasaba el rostro.
Oía el médico, vagamente, el acento lamentoso con que doña Rebeca le iba diciendo: Pues sí, allí se quedó, la pobre, trajinando; vino a «misa primera»...; es muy hacendosa, muy formalita...; ahora hay mucho quehacer en casa; ¡con Fernando y la ropa nueva de Carmen!... Porque es lo que yo digo: tú que no puedes....
Esa mujer va á cometer un disparate, exclamó vivamente mi compañera, y yo no esperé más. Bajo en el acto, me voy á casa de la lechera de la vecindad, la llamo la atencion sobre el estado de Luisa, y la buena Madama Fonteral deja inmediatamente su quehacer, me mira de un modo cariñoso y benévolo: ¿Que voulez-vous que je fasse?
La escuela estoica, que iluminó el ocaso de la antigüedad como por un anticipado resplandor del cristianismo, nos ha legado una sencilla y conmovedora imagen de la salvación de la libertad interior, aun en medio de los rigores de la servidumbre, en la hermosa figura de Cleanto; de aquel Cleanto que, obligado a emplear la fuerza de sus brazos de atleta en sumergir el cubo de una fuente y mover la piedra de un molino, concedía a la meditación las treguas del quehacer miserable y trazaba, con encallecida mano, sobre las piedras del camino, las máximas oídas de labios de Zenón.
Palabra del Dia
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