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Actualizado: 14 de julio de 2025
Acercóse á la puerta, que como de costumbre en el campo estaba abierta, y manifestó su presencia con el saludo tradicional, exclamando en alta voz: ¡Ave María Purísima! Sin pecado concebida respondió desde arriba Felicia bajando acto continuo. Al encontrarse enfrente de la dama fué grande su sorpresa. ¿Me conoce usted? preguntó D.ª Beatriz con lacónica severidad.
Ave María Purísima exclamó Guillermina con benevolencia . Déjese usted de marchas reales... No, no se quite la gorra; se va usted a constipar. Caballeros, aquí, y durante la ceremonia, mientras menos música, mejor». Ido y Leopardi se miraron desconcertados.
¡Ave María Purísima! exclamó el cura llevándose ambas manos a la cabeza . ¡Qué horror y qué sociedad! Otra víctima; la esposa de ese señor... Y usted tan fresca, sembrando muertes y exterminios por donde quiera que va... Esta frase de sermón aterró un poco a Fortunata. «Tendrá usted su castigo y pronto. La historia de siempre... ¡Qué mujeres, Señor, qué mujeres!
En cuanto la niña comenzó a dar claras señales de que ya alboreaba en los limbos de su cabecita la luz de la inteligencia, su misma madre, trayendo a la memoria lo que casi tenía olvidado por desuso, o adquiriéndolo con prolijos afanes donde lo había, la enseñaba a rezar las primeras oraciones que balbuce la infancia en los crepúsculos del sueño, iluminada la mente candorosa con la visión plácida y celeste de la Virgen Purísima y del Ángel de la Guarda.
Tan segura como si le estuviera viendo, y le sintiera correr por los pasillos... ¡Es más salado, más pillín...!, bonito como un ángel, y tan granuja como su papá. ¡Ave María Purísima, qué precocidad! Todavía no ha nacido y ya sabes que es varón, y que es tan granuja como yo. La Delfina no podía tener la risa.
Si algún pero se le puede poner está en la barba. Pues no lo he notado.... Graciosamente cortada, eso sí. Una barbilla preciosa, Roger. Sin embargo ¿no te parece que el conjunto hubiera ganado bastante con medio palmo más de bien poblada barba? ¡Ave María Purísima! Pero ¿de dónde has sacado tú que Tita tenga barbas? ¿Tita? ¿Quién habla de ella? ¿Pues de quién demonios estás hablando?
Romillo lo esclareció de un modo notabilísimo; entre otros datos importantes, hizo saber que Mario había dado orden a L'Hardy, el pastelero de la Carrera de San Jerónimo, de que no vendiese más botellas de champagne, pues probablemente necesitaría él las existencias que hubiese. ¡Ave María purísima! ¿Pero se las va a beber todas? exclamó cándidamente Hojeda. Sí señor repuso gravemente Romillo.
Y entró... ¡si te digo que lo he visto! ¡Ave María Purísima! decía yo; ¡una Vargas en casa de Esteven! y misia Casilda, nada menos, ella, que truena contra los Esteven, exceptuando tan sólo, ¡Dios se lo pague! a un servidor. ¿No te habrás equivocado, Agapo? mira que cuando estás borracho, y ahora tienes una mona medianita, ves las cosas al revés, y todo lo cambias, las caras, los nombres, hasta las palabras, porque, con la memoria, se te pone torpe la lengua.
Los amos de las barcas se calientan el caletre buscando un nombre bonito para pintarlo en la popa. Una, la Purísima Concepción; otra, Rosa del Mar; aquélla, Los Dos Amigos; pero llega la gente con su manía de sacar motes, y se llaman La Pava, El Lorito, La Medio Rollo, y gracias que no las distingan con nombres menos decentes.
No, no; quiero que me digas primero si has de concedérmela. Mientras no sepa de qué se trata, no te lo puedo decir. Ya comprendes que si es una cosa que no deba concederte... Pues bien, te lo diré; dame un zapatito tuyo. ¡Ave María Purísima! ¿Y para qué quieres tú eso?
Palabra del Dia
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