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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Así lo atestiguaban Isabel, Paquito y los demás, hablando confusa y atropelladamente, porque la indignación no les permitía expresarse con claridad. Disputábanse la palabra y se cogían a la tiita, empinándose sobre las puntas de los pies. Pero ¿dónde estaba el muy bribón? Jacinta vio aparecer su cara inteligente y socarrona. Cuando él la vio, quedose algo turbado, y se arrimó a la pared.

Calló un momento para mirar á un lado y á otro; y después, bajando la voz y empinándose sobre las puntas de los pies para estar más cerca del rostro de Celinda, dijo con la alegría de una comadre que puede chismorrear libremente: Sepa, lindura, que muchos van detrás de ella; pero ninguno es don Ricardo. Al pobre gringo le basta con quererla á usted, ramito de jazmín.

De los demás personajes de mi auditorio, nada diré todavía. «¡Bravo, soberbio! exclamó Cantarranas aplaudiendo con fuerza y entusiasmándose, de tal modo, que se le saltó el mal pegado botón de la camisa, y las puntas del cuello postizo quedaron en el aire.» ¿Le gusta á usted mi pensamiento? preguntó la poetisa. Esto es el canevas tan sólo; después viene el estilo y....

Dos reclinatorios de viejo terciopelo azul parecían guardar aún la huella de señoriales y delicados cuerpos que ya no existían. Quedaban sobre sus pupitres, como olvidados, dos libros de oraciones con las puntas roídas por el uso. Jaime reconoció uno de estos libros.

Me parece que estoy viendo a esta vieja. Era flaca, acartonada, la boca sin dientes, la cara llena de arrugas, los ojos pequeños y vivos. Vestía siempre de negro, con pañuelo del mismo color en la cabeza, atado con las puntas hacia arriba, como es uso entre las viudas del país.

El nieto, que era el único que podía subir a su dormitorio a todas horas, encontrábale de buena mañana con su levita azul, alto cuello de puntas y la negra corbata arrollada en varias vueltas, sujeta por una perla enorme. Hasta en días de enfermedad conservaba su aspecto correcto, de una elegancia antigua.

¡Hijos míos! gritaba el fraile , soy un religioso de San Juan enviado por el superior; ¡piedad en nombre de Cristo! ¡piedad! Y se agarraba a las agudas puntas de la roca. Esto quiere decir balbuceó el filósofo recibiendo una segunda y mortal herida que si yo hubiera de creer en algo, no creería ni en Dios ni en el diablo, porque he llamado a los dos... y... y...

Pocas veces había visto yo en mujer alguna concierto más cabal y más donoso entre la palabra y el gesto, entre la idea y el movimiento expresivo. Hasta las puntas de los pies, calzados en menudas zapatillas de abrigo y que apenas alcanzaban al suelo, cantaban, a su modo, en aquella música que parecía un gorjeo.

Al volver sus ojos hacia el suelo, vió erguido en la arena, sobre las puntas de sus botas para hacerse más visible y moviendo los brazos, á un pigmeo, mejor dicho, á un soldado, con casco de aletas y espada al cinto, el cual daba gritos para llamar su atención.

Diciendo esto, trajo un pañuelo, y desdoblando una de las puntas despaciosamente, y como si se tratara de la más venerable y santa reliquia, sacó una moneda de plata que puso ante la vista de Santorcaz, sin permitirle que la tocara.

Palabra del Dia

atormentada

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