United States or Yemen ? Vote for the TOP Country of the Week !


Nunca volví a ocuparme de mi tío Juan de Aguirre, que en mi infancia tanto me preocupó; pero un día iba en una de esas canoas que cruzan la bahía de Manila conduciendo el pasaje, y que llaman guilalos, cuando entablé conversación con un viejo capitán vasco que mandaba un bergantín, y al decirle que yo era de Lúzaro, me preguntó: ¿Usted sabe algo de la vida de Juan de Aguirre? No.

Vistióse apresuradamente, bajó azorado, aturdido, y entró con ellos en el coche; y este comenzó a rodar, sin que él se diese cuenta de lo que hablaban, ni de lo que le decían, ni del camino que tomaban, ni pudiera definir otra cosa en su mente que un cartel de toros pegado en la esquina de la casa de Alcañices y un guardia que, al pasar ellos, abría la verja del Retiro, con grandes patillas blancas, iguales a las de Diógenes. ¿Por qué tendría aquel hombre patillas y no bigote?... Esto le preocupó un momento, y volvió a acordarse de ello cuando, una hora después, se detenía el coche a la entrada de una inmensa alameda formada por árboles frondosísimos, en que miles y miles de pájaros cantaban en todos los tonos las maravillas de Dios... Había allí un hombrecillo con patillas ralas y gafas de oro, tan pálido como él, tan azorado y tembloroso, con otros dos señores muy serios.

El capitán hizo que se trasportase la criatura á Lorío, donde fué criada por los abuelos, á quienes desde entonces protegió con eficacia si no muy ostensiblemente. Mientras sus hijos legítimos fueron niños, el fruto de su desliz le preocupó poco: lo veía rara vez, porque el amor de ellos llenaba su corazón.

¿Serías capaz, Laurita, comenzó con la voz ligera como un soplo, cuando estuvieron solas, serías capaz de explicarme sinceramente algo que quiero preguntarte? , siempre soy contigo sincera. ¿Por qué te preocupó, aquella vez, que Camucha pudiera haber contado a Julio tu asunto con José Luis? Laura ni pareció siquiera advertir el tono demudado con que la había Adriana interrogado. ¿Preocuparme?

Jamás hasta entonces se preocupó del porvenir que cupiese en suerte a la mujer por él abandonada. Y ahora... ¡qué diferencia entre el estúpido diálogo en que estaba engolfado con su propio pensamiento y el que a tales horas pudiera tener con Cristeta!

No se dio cuenta de la frialdad de aquella cama. No se preocupó de si la criatura despertaría y llamaría a su madre llorando. Sin embargo, los brazos seguían ejerciendo su presión instintiva y la pequeña criatura continuaba durmiendo tan tranquilamente como si estuviera mecida en una cuna guarnecida de encajes.

Lo que más la preocupó fue el hacer algo en favor de la infeliz criatura. Y tuvo serenidad suficiente para disimular un poco y pensar que el mejor partido era decírselo todo inmediatamente al conde, quien seguramente ignoraría tan ruin venganza. Procuró terminar cuanto más pronto y se despidió sin poder ocultar enteramente su turbación.

Pero morir ahogada en el barro, sofocada por esa agua que huele tan mal, no me hacía gracia. ¡Si al menos fuese el agua verde y transparente de los lagos suizos!... Yo busco la belleza hasta en la muerte; me preocupo de la última postura como los romanos y temía perecer aquí como una rata sitiada en la alcantarilla... Y, sin embargo, ¡si supiera usted lo que he reído viendo el terror de mi tía y de esas pobres gentes que nos sirven!... Ahora el agua no sube ya, la casa es fuerte, no hay más molestia que la de verse sitiados y espero el día para ver.

Yo lo creía a usted en la granja, Dutot, prisionero de Alicia. ¿Ha sido abandonado el paseo? Puesto que usted es tan amable que quiere interesarse por mis acciones, señorita, voy a confesarlo todo. Creo que las señoritas de Blandieres, los d'Ornay y sus amigos han pasado la tarde bajo los manzanos; pero, en verdad, no nada. Diré que me preocupo muy poco de ello.

Esto la preocupó y la puso de mal humor para todo el día, por más que nunca quiso confesarse que la causa de su malestar y melancolía era ésta. Poco a poco, debido a su temperamento irritable y caprichoso, aquella aventura amorosa que había muerto al nacer, iba ocupando su espíritu haciendo brotar en él un deseo.