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Actualizado: 5 de julio de 2025


-Así es verdad -respondió Sancho-, pero al buen pagador no le duelen prendas, y en casa llena presto se guisa la cena; quiero decir que a no hay que decirme ni advertirme de nada, que para todo tengo y de todo se me alcanza un poco. -Yo lo creo, Sancho -dijo don Quijote-; ve en buena hora, y Dios te guíe.

Desde que tuvo lugar esta ocurrencia, la gente de Villafría había depuesto la jactancia y se complacía en ser humilde. La franqueza y la sinceridad les parecían asimismo prendas muy necias y que nunca deben emplearse con los curiosos, comprendiendo toda la práctica sabiduría del proverbio que dice: A quien quiere saber, mentiras en él.

Tal, en resumen, fue el hombre, y tales las prendas principales del hombre que concibió y produjo el poema de FAUSTO. La idea de FAUSTO le acompañó siempre: fue la mayor preocupación de su vida. Su realización completa comprende también su vida toda.

En resolución: desmenuzadas y analizadas todas las visibles y corporales prendas de Elisa, como, por ejemplo, manos, talle, pies, brazos, garganta y frente, nada había que llamase la atención ni por bueno ni por malo. La simétrica disposición o el orden de todas estas partes nada tenía tampoco de singular. Lo singular de Elisa estaba en el conjunto, pero de un modo extraño.

Ningún hombre la había besado hasta entonces; solamente su primo la había dado un beso a traición, pero le costó caro, porque le dejó caer dos vasos de limón sobre la cabeza: hasta en los juegos de prendas hacía que pusieran las manos delante, para que no le tocasen la cara con los labios.

Dígase lo que se quiera, esa nobleza es la única felicidad de los ricos. Por ella, sólo por ella, los admira el mundo. Todo lo demás que en ellos envidia la multitud es como la corona de oropel que ciñe la frente del comediante. ¡Noble dignidad, dignidad envidiable que pone a salvo las prendas más altas del corazón!

Quise aparecer y aparecí a sus ojos como la más fina y complaciente de las amigas, como bastante capaz de entender y de apreciar el valer y las excelentes prendas de toda su persona y como no indigna de obtener su amistad y su aprecio; pero todo, sin llegar a ser y sin mostrarme siquiera profundamente enamorada, y sin propender a infundirle de otro concepto que el de una mujer alegre, fácil y galante.

Todo ello, expuesto así tan desnudo, resulta cursi, y hasta el detenerme yo a declarar que lo es, pues por sabido debiera callarse; pero de algún modo ha de saberse que otros toques, más cursis aún para referidos, como lo de las condiciones que necesitaba él en una mujer para salir de su escondite, y lo de las prendas de que había de estar adornado un hombre para que yo me decidiera a quererle, etc., etc., ya se habían dado en el cuadro con toda la premeditación y hasta el ensañamiento y la alevosía que caben en un galán muy listo y escarmentado, y en una dama no tonta y menos dispuesta a perder el tiempo en juegos insulsos.

En cuanto al hombre, dejó gratísima memoria por sus bellas prendas; «la piedad dice Arana formó el carácter de Roelas, y esta virtud le hizo dar muchas limosnas y no desdeñarse de hacer pinturas gratuitamente cuando algunos pobres se las pedíanDejó un nombre ilustre como artista y un nombre honrado como hombre: ¿qué mejor elogio puede hacerse del pintor sevillano?

Pastor naciste y pastor eres, ¿gracias a quién? Al duque, su esposo; no lo niego. Como pastor te conduces, y todos, al parecer, para ti somos borregos. ¿No quieres decirme lo que has hablado con el fraile? Te lo diré yo, que a no me duelen prendas, Facundo. Habéis hablado de don Pedrito y Angustias.

Palabra del Dia

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