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Actualizado: 26 de mayo de 2025
¡Alma mía, con mil amores!... pero... esto no es natural, quiero decir... está muy en orden, pero a estas horas... es decir... a estas alturas... vamos... que.... Y si hubiéramos reñido... se explicaría mejor... pero así sin más ni más.... Yo te quiero infinito, ya lo sabes; pero tú estás mala y por eso te pones así; sí, hija mía, estos extremos....
Ya; te dijo: 'Benina, a ver cómo me pones mañana este conejo que me han traído.... Sobre si había de ser en salmorejo o con arroz, estuvieron disputando; y como yo nada decía y se me saltaban las lágrimas, 'Benina, ¿qué tienes? Benina, ¿qué te pasa?.... En fin, que del conejo tomé pie para contarle el apuro en que me veía...».
Así, así me gusta... No te dé vergüenza de comer bien, y puesto que lo hay, aplícate todo lo que puedas, que día vendrá... ojalá que no. Ya ves qué contraste; yo voy para abajo, tú para arriba. ¡Cuando digo que tienes lo mejor de la vida por delante...! Y buena tonta serás si no engordas todo lo que puedas, y te pones las carnes aún más duras y apretadas si es posible.
Jamás harás conocer a un bizco su propio estrabismo, si no le pones delante un espejo fiel que le retrate su torcida vista; porque el ojo de la cara que sirve para ver y conocer a los demás no puede, sin un milagro que equivalga a esta gracia que tú disfrutas, verse y conocerse a sí mismo.
Si te pones de mi lado, ¿quién prevalecerá contra mí? Yo digo a mi alma pecadora, llena de quiméricas imaginaciones y de vagos deseos, que son sus hijos bastardos: ¡Oh, hija miserable de Babilonia; bienaventurado el que te dará tu galardón: bienaventurado el que deshará contra las piedras a tus pequeñuelos!
Y si pones en duda mi palabra, que es palabra más que de rey, ¡ya quisiera Su Majestad...!, te reto en singular combate. Y se pone en pie, empuñando la botella por el cuello. Por la frente dramática de Apolonio cruza un negro pensamiento. Ahí está Belarmino, desmedrado e inerme, a su merced. Un botellazo en la cabeza, y asunto concluído. Que luego le procesarían, ¿y qué?
Aquella raza aparte, sentía una afición loca por la música: cantaba en todos los momentos de su vida, y sus cantos tenían la tristeza melancólica del paisaje; pero la emoción era de labios afuera, un sentimentalismo exterior que se perdía en el aire. No, nena dijo el amante. Es tu alma entera lo que pones, sin saberlo, en tu voz.
¡Pero, sosa, mala sombra! ¡Si ha sido sin intención; nada más que por jugar, para ver ese hociquillo tan mono que pones cuando te enfadas!... Ya sabes que soy tu hermano. Fermín y yo, la misma cosa. La muchacha parecía serenarse, pero sin perder su gesto hostil. Güeno; pues que el hermano se meta las manos donde le quepan.
¿Querías que dejase pasar tan buena proporción de ser señora principal y millonada? ¿Tan mal me quieres, egoísta? No porque te quiero mal, sino porque te quiero á manta, lo siento y lo lloro. Y Tomasuelo lloraba en efecto. Anda, no llores, majadero. ¡Si vieses qué feo te pones! ¿Quién ha visto llorar á un hombrón como un castillo? Pero ¡si no puedo remediarlo!
Tal sospecha, lo confieso, me quita las ganas de oir las lecciones de V., que de otro modo me entusiasmarían; tal sospecha disminuye el valor de dichas lecciones, que se me figuran interesadas y maliciosas: más que medio de enseñarme, me parecen medio de embaucarme. La malicia la pones tú, sobrina respondió el Comendador. Yo procedo con la mayor sencillez.
Palabra del Dia
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