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Actualizado: 28 de mayo de 2025


He cumplido ya tus mandatos, soberano Padre; NEPTUNO y su corte no pueden venir, pues temen perder el imperio de los mares, á causa del actual arrojo de los hombres; VULCANO aún no ha terminado los rayos que le encargaste para armar al Olimpo y los está concluyendo; en cuanto á Pluton ... ¡Basta! Tampoco los necesito. HEBE, y , GANÍMEDES, repartid el néctar para que beban los inmortales.

Pero este diablo que aborreces, cuando está enamorado es más blando que un cordero y sabe hacer caricias como los ángeles... ¡Ya verás, ya verás!... La sangre que corre debajo de esta corteza de carbón es encarnada como la de ese palurdo de la Braña y es más caliente... ¡Ya verás, ya verás!... Nadie nos oye, nadie nos ve... Al fin saldrás de aquí, te lavarás... y como si no hubiera pasado nada... Plutón se quedará en el infierno y volverás al cielo... ¡Ven á mis brazos, terrón de azúcar! ¡ven, pedazo de gloria!...

Aparecen de improviso en aquel recinto dos negras y siniestras figuras, las de aquellos dos mineros que ya conocemos, Plutón y Joyana. Flora da un grito penetrante y corre desalada por la margen del riachuelo. Demetria queda inmóvil y pálida y clavándoles una mirada colérica les pregunta: ¿Quiénes sois y qué venís á hacer aquí?

Pues á ese zángano que te corteja profirió Plutón dirigiéndose bruscamente á Demetria nadie le corta el pescuezo más que yo. Demetria le miró estupefacta con más sorpresa que indignación. Flora volvió á dar suelta á su risa. ¿Sabes lo que digo? manifestó al cabo encarándose con Plutón.

¿Qué cosas? ¡! articuló impetuosamente la zagala. Corren por el valle unos rumores... cuáles son. ¡Dílo pronto! Nolo vaciló; movió los labios repetidas veces sin articular ninguna palabra. Luego profirió rápidamente: Se dice que no has caído á la mina; que Plutón te ha llevado engañada y que allí hizo contigo cuanto quiso. ¿Y lo crees? El mozo guardó silencio.

Te parezco feo, ¿verdad? Pues no tardarás en besar esta cara tan fea y tan negra. Y no temerás mancharte acercando á ella la tuya, blanca como la leche y suave como la manteca. Ya verás cómo debajo de esta capa de carbón hay un hombre que sabe tratar como se merecen á las niñas bonitas... Aquí Plutón soltó una formidable carcajada. Su triunfo le embriagaba. Demetria estaba muda.

Esto era lo que apetecía Plutón. Detrás de ella, á dos pasos nada más, se hallaba una chimenea ó boca de respiración de la mina que él mismo había concluído de abrir el día anterior y que nadie conocía. ¿Por qué no quieres escucharme? ¡Porque no!... ¡Vete! Retrocedió los dos pasos que le faltaban y cayó en el agujero.

¡Ay, Plutón! exclamó Flora soltando una estrepitosa carcajada ¡Ay, Plutón! ¡qué gracia!... ¡Toma, Plutón!... ¡aquí, Plutón! Y se retorcía de risa, dándose en las rodillas con las palmas de las manos. ¡De qué te ríes , bestia! profirió el designado por aquel nombre mirándola iracundo. Flora no hizo caso alguno de su cólera y siguió riendo á boca llena.

Pero no creas que me opongo á que te cases con él. Sigue tu camino. Lo único que quiero es que ántes me pagues el portazgo... Volvió á soltar Plutón otra satánica carcajada, enteramente seguro de que Demetria sucumbiría á su deseo.

Desde entonces comenzó Demetria á mejorar tan rápidamente que á los cuatro ó cinco días estaba ya como si no le hubiera pasado nada. Anudóse de nuevo la felicidad de aquellas horas que habían de terminar pronto en la de su boda. Sólo turbaba su dicha el recuerdo que alguna vez le asaltaba de la escena con el bandido Plutón. Cuando le veía, aunque fuese de lejos, el corazón le daba un vuelco.

Palabra del Dia

hociquea

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