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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Martinán no se desconcertó y con mayor jovialidad repuso: Gracias, Plutón; no esperaba menos de tus buenos sentimientos. Y de paso porque me gusta. ¡Hombre, tienes talento!... Pero no hagas tantos esfuerzos de inteligencia, porque te van á saltar los sesos.

¿Que derramo sal?... Prueba esta agua y verás cómo no está salada repuso la traviesa niña tomando un poco del río con el hueco de la mano. Joyana quiso probarla, en efecto, pero antes que lo efectuase Flora se la arrojó á la cara. Con esto el minero se alegró mucho más y sonreía haciendo muecas de mono. Oye, Plutón: ¿no es verdad que apetece comerse esta manzanita colorada sin mondarla siquiera?

La profetisa Manto le indica el modo de dar con ella: le dice por qué sendas debe bajar al reino sombrío de Plutón, en las más hondas raíces del Olimpo, adonde ya bajó y de donde nunca volvió Orfeo; Fausto con no menos brío que Orfeo, y con mejor fortuna, desciende al Orco en busca de su amada. ACTO III. Aquí se advierte más aún el defecto de la realidad; lo frío de la alegoría.

O gran Pluton, á quien por suerte dada Le fue la habitacion del reyno oscuro, Y el mando en la infernal triste morada, Ansi vivas en paz, cierto y seguro De que la hija de la sacra Ceres Corresponde á tu amor con amor puro, Que en todo aquello que en provecho vieres Venir del pueblo triste que te invoca, Lo allegues, qual se espera de quien eres; Atapa la profunda escura boca Por do salen las tres fieras hermanas, A hacernos el daño que nos toca, Y sean de dañarnos tan livianas

Entonces Hullin volvió tranquilamente a la granja, hablando con Nickel Bentz. El doctor Lorquin iba detrás, seguido de Plutón, y los restantes espectadores se marcharon cada uno a su sitio, alrededor de las hogueras del vivaque.

Bajaron hasta la galería de la mina y allí cayeron. Plutón de pie, Demetria de espalda. Aquél quiso ayudarla á levantarse, pero ella se alzó bravamente en seguida y recogiendo precipitadamente la pequeña hoz que brillaba en el suelo porque la había dejado caer en su descenso, se alejó de él blandiendola con su mano crispada. Se hallaban casi en tinieblas.

Tenemos miedo que le haya sucedido algo malo... ¡Ya sabe usted quién es! Descuida, Nolo respondió el tío José bajando todavía más la voz. Eso que dices no puede ser. Plutón estuvo todo el día trabajando en la mina: por cierto que le cayó una piedra sobre la cabeza y le hizo bastante daño. Tuvo que ir á la Pola y se curó en la botica: llegó bastante tarde y se acostó en seguida.

El perro Plutón, situado detrás del doctor, miraba aquello con aire atento, como si comprendiera de lo que se trataba, y de vez en cuando estiraba las patas y arqueaba el lomo, abriendo la boca hasta las orejas. Materne no pudo ver más. ¡Vámonos! dijo. Apenas hubieron entrado en el obscuro pasillo, oyeron exclamar al doctor: «¡Aquí está la bala

En ranas dijo el mismo autor, en Las Zahurdas de Plutón, haberlas visto convertidas: «Así supe como las dueñas de acá son ranas del infierno, que eternamente como ranas están hablando, sin ton y sin son, húmedas y en cieno, y son propiamente ranas infernales; porque las dueñas ni son carne ni pescado, como ellas. Calderón, en la jorn.

Somos dos lobos y venimos al olor de la carne responde cínicamente Plutón clavando una mirada codiciosa en el alto pecho de la doncella.

Palabra del Dia

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