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Actualizado: 11 de julio de 2025
Tus hijos están bien todos, Pepa... Sólo Perico, el chiquitín, ha tenido últimamente escarlatina o sarampión... ¡El pobrecito está muy débil y no tiene quien lo cuide!... La que está hecha una señorita es tu hija mayor, la Pepeta.
La graciosa monja, por primera vez desde que la conocía, me pareció un poco confusa y avergonzada. Por supuesto que, en tres o cuatro ocasiones, los gritos de Perico me advirtieron que le estaba apretando la mano muy más de la cuenta. Esto me enfriaba repentinamente; pero mi entusiasmo era tan grande, que pronto recuperaba el calor y seguía desbocado, perdido. Cuando no tuve más que decir, callé.
Juanito Albares, como le llamaba amistosamente Perico, era duque, grande de España dos o tres veces, marqués y conde no sé cuántas; dato que es muy digno de ser tenido en cuenta por los biógrafos del elegante Gonzalvo. ¿Dónde tiene usted los ojos, hombre? exclamó Lucía con su franqueza castellana . ¡Valor se necesita para decir eso!, es hermosísima la sueca; en cualquier parte, emboba a la gente.
¡Bah! ¡Bah! silbó de nuevo Perico, indicando su desdén hacia todo sentimentalismo, ensueño o análoga nimiedad amorosa . Eso no vale nada, nada... como no le esperen a Miranda peores ratos... tiene bemoles, bemoles, eso de torcerse una pata, y esperarse dos días a que la enderecen, enderecen... dejando a su novia andar por esos mundos.... Es divino, divino.
Mas desgraciadamente para Perico, los baños de mar, que al pronto aliviaron a su hermana, concluyeron, cuando abusó de ellos y quiso nadar y meterse en dibujos, por abrir brecha en su débil organismo, y comenzó a cansarse otra vez, a despertar bañada en sudor, a sentir desgano, al par que comía vorazmente raros manjares. Lo que más la asustó fue ver que se le caía el pelo a madejas.
Los bancos de la entrada estaban limpios, en comparación de los del fondo. Aquella pieza donde tan nefando culto se tributaba a la Ninfa de las aguas fue testigo de hartas proezas de Perico, que, por su semejanza con todas las de la misma laya, no merecen narrarse.
Anda a paseo ¡a paseo! exclamó Perico, fiel a su sistema de franqueza y desahogo . ¿No te podrás aguardar una quincena por darme gusto? ¿Qué vas hacer tú en España? Meterte en León, y vegetar, vegetar. Aquí estás en la luna, en la luna de miel.... Nada, nada; os dejo a mi hermanita, ya sé que estará bien cuidada, bien cuidada. Abur, que es la hora del tren.
Perico Sosa, el rubiecillo travieso y flacuchín que quedara olvidado ante la pizarra, donde antes escribiera los ejemplos nègre, nègresse, tuvo entonces una ocurrencia diabólica, como todas las suyas... Dibujó con la tiza un busto de hombre con una gigantesca cornamenta de ciervo, escribiéndole debajo: «Monsieur Jaccotot, maestro de francés»... Y estornudó bien fuerte para llamar la atención de la clase, borrando luego la figura a fin de no ser descubierto...
¿Qué demonio, qué demonio vas a hacer ahora metiéndote en León? exclamaba Perico . Tiempo tendrás de sobra, de sobra, para aburrirte... mira, aprovéchate ahora.... ¡Si estás muy bueno! Diez años, diez años te quitaron de encima las tales aguas. Ya sabía el pícaro lo que se hacía.
Además, una señora casada puede permitirse ciertas cosas, que en el traje de las solteras.... Por eso hizo bien Perico en no comprarte aquel abrigo bordado de cuentas de colores que se te antojó. Era muy llamativo. No hay nada de eso... era distinguidísimo.... ¿qué entiendes tú de esas cosas? Yo, nada respondía Lucía risueña.
Palabra del Dia
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