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Actualizado: 18 de junio de 2025
Duerme de ignotas flores coronada Entre el aura por Dios magnetizada Cual ángel infantil, Para entreabrir tu vista adormecida Al soplo embalsamado de la vida, Que refresque tu cuerpo juvenil. Mas allá de ese sueño hay otra vida, Que como flor á todos escondida Te dá tu emanacion: Nueva tierra de América ignorada, Que en alas de la brisa perfumada Anuncia su existencia á otro Colon.
Por tí en los manantiales mi ballesta la caza matará, rica en sabores; espléndida en matices la floresta por Dios bordada y al placer dispuesta, cuando la pises tú, brotará flores. Fresca sombra, sonora y perfumada, el ardor mitigando del estío, te ofrecerá del huerto la enramada blando lecho la grama regalada, límpido baño el murmurante rio.
La tapada apoyaba con indolencia su brazo, un brazo mórbido y magnífico, á juzgar por el tacto; su andar era reposado, grave, indolente; el movimiento de su cabeza lleno de gracia, de atractivo; su voz sonora, dulce, extremadamente simpática, y se exhalaba de ella una leve atmósfera perfumada.
Como todos los viejos dandys, después de tragar sus píldoras de salud, entregaba su figura a los afeites milagrosos de Guerlain, y como si se sumergiera en la fuente de Juvencio, se bañaba con precauciones en agua tibia y perfumada, dormía como los donceles de César en lecho de plumas y su medio siglo largo, necesitaba después de sus encantadas soirées, que el edredón de los sibaritas cubriera y protegiera sus miembros fatigados como los de Júpiter, después de sus transformaciones.
De un lado el lujo de la naturaleza, indomable y grandiosa, perfumada y llena de misterio; del otro el lujo de la civilizacion, de la ciencia, y la ostentacion de la fuerza vencedora del hombre.
Tú, metal terrible, compras la sublime Concepcion de Murillo, pero no la pintas; compras el Quijote, pero no lo escribes; compras el pensamiento de Santa Teresa, pero no lo creas, ni lo juzgas. Compras la chispa eléctrica, pero no sientes su calor divino; compras la flor sencilla y perfumada; pero no sientes su divino aroma. ¡Gime, tirano de mi siglo, gime!
Todo me la recuerda: el mar, la tarde, la luna con su luz vaga y dudosa; la primavera tibia y perfumada; la brisa juguetona y misteriosa; la noche oscura, el abrasado estío; el murmullo fugaz de la enramada; hasta de Dios la idea poderosa, funde con ella el pensamiento mio. ¡Oh! ¿por qué ha de pasar así la vida? ¡Cuánto, amor mio, diera, porque aquel tiempo y mi niñez volviera!
Que nunca á tu vivir falte ese aliento, Que siempre de tu esposa el blando acento Mitigue tu dolor; Que nunca falten flores á tu almohada, Ni miel en tu colmena perfumada, Ni en el hogar el hijo de tu amor. ¿POR QU
Ella vela el sueño ella aletarga dulcemente nuestro espíritu con el cadencioso susurro del cundiman ó el mimoso mata-mata; ella refresca nuestro ardoroso cuerpo con el paypay ó el pancag; ella nos rodea de una perfumada atmósfera con las hojas del ilang-ilang ó las blancas sampaguitas; ella, si nos ve tristes, dice en su sencillo y poético lenguaje que el cielo tiene nubes; ella, paloma del Oriente, arrulla á su amante con sus palabras, sus caricias, sus canciones, mas ... en estos momentos de abandono, sin saber por qué, sin causa ni motivo alguno, cesan sus caricias y callan sus pasiones.
Blanca y limpia con sus persianas inmaculadas y sus cristales brillantes bajo unas cortinas un poco antiguas, se abre con discreta elegancia en un patio plantado de árboles y adornado de canastillos floridos, al que llamamos pomposamente «nuestro jardín...» Tengo en él mis rosas preferidas y mis plantas favoritas; y cultivo con éxito cuanto tiene la dicha de agradarme, con tal de que no necesite mucho sol, ni mucha sombra, ni muchos cuidados... En un rincón de nuestro minúsculo jardín y debajo de un fresno llorón, tengo hasta un banco, un banco inmenso, una mesa de labor y unos cuantos sillones de mimbre... En verano, hacemos allí salón, y llevo la fantasía hasta dar tés... Mis amigas pretenden que una taza de té perfumada con la fragancia de las rosas que nos rodean, no es ya una taza de té, sino una taza de néctar... ¡Dichosa ilusión!
Palabra del Dia
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