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Nada se alcanza á ver entre los edificios de Melun que llame la atención como objeto de arte; pero la población no solo es risueña como todas las que demoran á orillas de un limpio y murmurante rio, sino que tiene interés bajo el aspecto comercial.

Eran las once y media de la noche cuando, rendidos de cansancio, llegábamos á la activa y poética Ginebra, cuyas mil luces de gas se reflejaban admirablemente en la superficie murmurante de las ondas del Ródano y del lago Leman. Configuracion orográfica. Hidrografía. Historia de los Suizos. Instituciones políticas. Division general del país.

Y no hay vida de ningún murmurante que, si la consideras y escudriñas, no la halles llena de vicios y de insolencias. Y debajo de saber esto, filosofea ahora cuanto quisieres. BERGANZA. Seguro puedes estar, Cipión, de que más murmure, porque así lo tengo prosupuesto.

Exhala ténue esencia, que es plegaria que envuelve, al descender hasta la Omnipotencia, lamento y asistencia, primera lágrima, efusión postrer. ¡Eucalipto arrogante que erguido impávido junto al panteón despliegas fascinante tu fronda murmurante y embalsama tu nívea floración;

Todo invitaba amores, alegría, demente desvarío: la tierna alondra, el murmurante río, el sol de ocaso, el fugitivo día. ¿Quién se hubiera cuidado de humanos males ni mundanos dolos? al mío, yo a tu lado, ¡solos, mi bien! hubiéramos estado, sin nuestro tierno amor, nosotros solos.

El árbol del Banajao pierde su lozanía, la hoja aminora su brillo y el cielo se cubre de fantásticos nubarrones que velozmente recorren su bóveda á impulsos de los fuertes Noroestes. En una de esas tardes melancólicas en que todo lo que nos rodea se impregna de sentimiento y amor, se encontraba Hasay, cabe la murmurante corriente que se desliza bajo el puente.

Por en los manantiales mi ballesta la caza matará, rica en sabores; espléndida en matices la floresta por Dios bordada y al placer dispuesta, cuando la pises , brotará flores. Fresca sombra, sonora y perfumada, el ardor mitigando del estío, te ofrecerá del huerto la enramada blando lecho la grama regalada, límpido baño el murmurante rio.

No decían nada, pero el capitán adivinó sus palabras sin sonido... Le insultaban. Era el insulto del hombre de jerarquía superior al siervo infiel; el orgullo del oficial noble que se acusa á mismo por haber fiado en la lealtad de un simple marino mercante. ¡Traidor!... ¡traidor! parecían decirle sus ojos insolentes, su boca murmurante y sin voz. Ulises se encolerizó ante esta altivez.

La imagen de la acequia que á poca distancia arrastraba su caudal murmurante para otros, era para él un martirio. Enfurecíale que la vida pasase junto á su puerta sin poder aprovecharla, porque así lo querían las leyes. De repente se levantó, como hombre que adopta una resolución y para cumplirla lo atropella todo: ¡A regar! ¡á regar!

Entre tanto atravesaba el golfo un pequeño bote lleno de banderolas, que venia de Algecíras á Gibraltar, trayendo á bordo una numerosa banda de paseantes alegres entre los cuales habia como cinco ó seis músicos. Sus sonatas eran de un efecto encantador en el fondo de aquel golfo murmurante rodeado de preciosos paisajes.