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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Las traía Petra que llamaba a la puerta con seña particular, bajaba Teresa, en silencio se besaban como las señoritas, en ambas mejillas, cuchicheaban, reían sin ruido y se daban algún pellizco. Petra reconocía cierta superioridad en la otra, la adulaba, alababa la mata de pelo negro, los ojos de Dolorosa, el cutis y demás prendas envidiables de su amiga.

Apuntada por segunda vez esta opinión tan poco favorable al desenvolvimiento psíquico de sus compatriotas y contraria enteramente á la ley de la evolución, Flora se creyó en el caso de dar otro pellizco á Jacinto, aunque más suave que los anteriores, y decirle que era un grandísimo cazurro y que hiciese el favor de no provocarla más.

Había que añadir unos dientes de ajo y un pellizco de sal, y con esto el amo daba por alimentados a unos hombres que necesitaban renovar sus energías agotadas por el trabajo y el clima. Unos cortijos eran de pan por cuenta, y en ellos se daban tres libras por cabeza. Una telera de seis libras era el único alimento para dos días.

Otra de las particularidades de aquél era el tutear a todo el mundo, grandes y chicos, señoras y caballeros. ¡Yo! exclamó la dama. ¿Y por qué soy el perro del hortelano?... Sepamos. Pues decía Amalia que ni querías comerte la carne ni permitir que la coma D. Santos. ¡Vamos! ¿Quieres callarte, embustero? dijo la señora, medio irritada, medio risueña, dándole un pellizco.

La gente arremolinábase en las entradas, y allí fue donde doña Manuela se dio cuenta por primera vez de la molesta persecución que sufría. Había sentido varias veces una tímida mano deslizándose más abajo de su talle; pero ahora era más: era un pellizco desvergonzado lo que venía a atormentarla audazmente en sus redondeces de buena moza.

La gente parábase entre asombrada y curiosa, el cochero reía abriendo sus quijadas de a palmo, y el vejete, cabizbajo, como si todo aquello no rezase con él, escurríase discretamente entre el gentío. Era que la amazona de la huerta, al sentir el primer pellizco del viejo pirata, había contestado con una bofetada, contenta en el fondo de que alguien pusiera a prueba su virtud.

Y enarbolando la caña empezó á repartir sonoros golpes: al uno por el pellizco y al otro por «impropiedad de lenguaje», como decía bufando don Joaquín sin parar en sus cañazos.

Parece que este muñeco no ha oído nunca cortar leña dijo Pedro, torciéndole el cachete a Meñique de un buen pellizco. Yo voy a ver lo que hacen allá arriba dijo Meñique. Anda, ridículo, que ya bajarás bien cansado, por no creer lo que te dicen tus hermanos mayores. Y de ramas en piedras, gateando y saltando, subió Meñique por donde venía el sonido. Y ¿qué encontró Meñique en lo alto del monte?

Chinchoso, feo; como lo hagas, mañana te doy un pellizco que te acordarás toa la vía. «Efectivamente decía yo para mientras caminaba hacia casa , merecía que se lo llamase; ¡pero es tan saladaPor aquellos días ocurrió en la casa donde vivía una desgracia que, si bien no me tocaba de cerca, no dejó de impresionarme. Una mañana, un poco antes de almorzar, noté cierto movimiento.

Total, que se atreve un cristiano a darla un pellizco, y ella, con sus manos de oro, sin enfadarse apenas, te agarra y te deja hecho un guiñapo. Ahora la asedian menos, pero tiene enemigos que andan por ahí hablando mal de ella: unos alabándose de lo que es mentira; otros negando hasta que sea guapa. Doña Sol, según el apoderado, mostrábase entusiasmada de su vida en Sevilla.

Palabra del Dia

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