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Actualizado: 27 de octubre de 2025
Feliciana era la hija única del Mosco, el famoso cazador de Tetuán, y su compañera una muchacha de Bellasvistas, a la que aquélla recogía todas las mañanas para ir juntas al trabajo. El nombre del Mosco hizo prorrumpir al trapero en exclamaciones de admiración. Aquel era un hombre. Quitaba el sueño a toda la gente del Real Patrimonio.
Pero si no era así, si su vocación no se revelaba de modo patente, estaba resuelto a tomar otra senda. Un cuantioso patrimonio, pensaba, iba a caer bien pronto en sus manos. El corto plazo que le restaba dedicole especialmente a Beatriz. Rondaba en torno de su casa por la mañana y por la tarde.
Lope de Vega, en el acto II de El Caballero del milagro: «TRISTÁN. ¡Cosa es de ver la vida deste mozo! ¡Qué ricamente viste, y cómo gasta! ¿Cómo juega tan pródigo y reparte lo que tiene entre todos sus amigos, sin que le conozcan en su tierra dos florines de renta o patrimonio? Cito por la edición de Sevilla, Hernando Díaz, 1569, la más antigua de las tres de que poseo ejemplares.
Me vino a la memoria lo que Oliverio había dicho en cierta ocasión, respecto de las personas que tienen el trabajo y la voluntad como único patrimonio, y detrás del espectáculo indiscutiblemente hermoso del heroísmo desplegado por un hombre que quiere, advertía mediocridades de existencia que me hacían temblar.
No se dice por qué faltó al segundo término la potestad creadora, que es el patrimonio de los génios poéticos, sea que hagan ó no versos. Así, pues, en los negocios prácticos de la vida las calidades poéticas, lejos de ser un inconveniente, constituyen una ventaja real y positiva, siempre que la imaginacion no predomine de tal modo, que sofoque todas las demas facultades del entendimiento.
Los unitarios más eminentes, como los americanos, como Rosas y sus satélites, estaban demasiado preocupados de esa idea de la nacionalidad, que es patrimonio del hombre desde la tribu salvaje y que le hace mirar con horror al extranjero. En los pueblos castellanos este sentimiento ha ido hasta convertirse en una pasión brutal capaz de los mayores y más culpables excesos, capaz del suicidio.
Aquel asolado campo con su ruinoso castillo pasa, no sabemos cuándo, del patrimonio real al patrimonio municipal: llega el año 1405, viene á Córdoba un venerable religioso gerónimo á solicitar la fundacion de un convento de ermitaños en la sierra, y la noble viuda de D. Diego Fernandez de Córdoba, alcaide de los donceles, le cede para este piadoso objeto una huerta que poseía contigua á Córdoba la vieja: la ciudad le dá para el mismo fin en 1408 las ruinas del castillo de Córdoba la vieja, ya propiedad suya.
Diríase que esas novelas de capa y espada, galanas y airosas, en las que palpita la vida entera de hidalga tierra y se refleja el espíritu de toda una raza, son patrimonio exclusivo de otros pueblos y otros autores que los nacidos en la nebulosa Albión.
Hubo más; aunque tradicionalmente el Espolón venía siendo patrimonio de sacerdotes, magistrados melancólicos y familias de luto, como algunas señoras notasen que el Paseo de los curas era más caliente que todos los demás, comenzaron en tertulias y cofradías a tratar la cuestión de si debía trasladarse el paseo de invierno al Espolón.
Sin dejar de desaprobar su conducta, cedí a sus súplicas en interés de esa pobre niña y en el tuyo. ¿En el mío? Sin duda. Esta complacencia te aseguraba las bondades de tu tío, muy necesarias para establecerte, dada la exigüidad de tu patrimonio.
Palabra del Dia
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