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Actualizado: 3 de julio de 2025


TRUCHAS CON JAMÓN. En aceite fino se fríen un poco unas magras, se sacan, y en aquella grasa se fríen truchas después de limpias, se sacan, haciendo en aquel aceite una salsa de pasta de tomate; se sirve, poniendo las truchas a lo largo en una fuente, alrededor las magras, y todo ello rociándolo con la salsa de tomate.

Don José era un señor excelente, que no hacía más que cuidar de su hacienda, jugar á la malilla en la reunión de la botica y dar gusto á Doña Antonia. Esta señora tenía una pasta de las mejores: cuidaba de la casa con esmero, cosía y bordaba.

Don Rosendo esperaba, como era natural, que le hablase del periódico. Nada: Maza no hizo la menor alusión a él. Esto comenzó a desconcertarle y a hacer violenta su situación. La conversación giraba de un punto a otro sin tocar en nada que se relacionase con la prensa. Al fin don Rosendo, algo acortado y enseñando toda la pasta de sus dientes, le dijo: ¿No ha recibido usted El Faro?

BOLOS DE PATATA. Cocidas con agua y sal medio kilo de patatas, se pelan y pasan por el prensa-puré; se baten dos yemas de huevo y una clara; se ponen cuarenta gramos de mantequilla y se trabaja mucho todo junto y cuando se forme una pasta espesa se pone en una jícara un poco de harina y se hacen unos bolitos como albóndigas; se fríen en manteca bien caliente, y se sirven.

Bien lo dije yo hace cinco mil domingos: «Este acabará en Leganés». Nunca tuvo la cabeza buena, hija, y con sus locuras despachó a tu madre, aquella santa, aquella pasta de ángel, aquel coral de las mujeres... ¡Pobre Francisca, niña mía! ¿Y Mariano? dijo Isidora, que extrañaba no ver allí a su hermano.

No puedes negar que eres un veterano de la Independencia. Tienes la misma pasta que los vencedores de Maratón y de Platea. Mas por Júpiter, que no te dejo hablar otra palabra si no consientes en reposar un poco el calor y tomar algún corto refrigerio. Cedió de buen grado D. Félix, porque se hallaba un poco cansado y hambriento. El señor de las Matas llamó con las palmas de la mano.

Pero en cambio había una magnífica cocina de señores, con chimenea de campana, de muchísimo tiro, donde ardía siempre, durante la estación fría, abundante leña de olivo y de encina y rica pasta de orujo; donde rara vez se guisaba; y donde los señores se calentaban muy a su sabor.

Pero, una vez pasados los efectos de la novedad, como decimos hoy, agotado y aquietado el sacudimiento intelectual producido por la nueva doctrina, con la conversión de los infieles a la nueva fe, en la que volvieron a enquistarse, sintiendo, pensando y obrando todos de la misma manera, a impulso de las mismas pasiones y las mismas esperanzas, siendo todos iguales por los componentes del espíritu, aunque diferentes por la condición social, como los diferentes ejemplares de un mismo libro en distinta encuadernación, rústica, media pasta, tela, pasta o cuero, con o sin cantos dorados, el comercio intelectual en el trato mutuo, quedó reducido a la confirmación recíproca de las supersticiones comunes, que así recalentadas se conservan en la tensión de fanatismo indurado, efecto que alcanzan en nuestros días los sacerdotes católicos con las misiones, las cofradías y las hermandades, y los protestantes con sus revivals.

BIZCOCHO SENCILLO. Se baten tres yemas con tres cucharadas de azúcar y zumo de limón rallado; se baten las claras a punto de nieve; se une a lo demás y se sigue batiendo; se ponen tres cucharadas de harina, haciendo muy bien la mezcla, se unta un molde de mantequilla, se vierte la pasta y se cuece a horno suave.

Al siguiente día, Barbarita, que no quería dar su brazo a torcer, llevaba unos papelitos muy raros de pasta, todos llenos de garabatos chinescos.

Palabra del Dia

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