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La agricultura se divide entre el cultivo de los cereales y el del olivo. No hay población rural; nadie vive en el campo. No existen manantiales ni arroyos. Las escasas tierras de huerta son regadas con aguas sacadas de los pozos. Hay en todo el término 12 pozos.

Y en medio de esta sed rabiosa, había que economizar líquido para dar de beber al caballo, al toro procreador, a la vaca de vientre, al naranjo en maceta, al olivo de plantel, a todas las novedades animales y vegetales que llevaban allá como tesoros, estimados en más que la vida de los hombres... Y como si no bastasen tantas tribulaciones, habían de abrirse paso a cañonazos entre los buques enemigos, ingleses, holandeses o franceses, que, según las variaciones de la política española, les salían al encuentro para impedir sus viajes.

7 Cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó, y les dijo: Oídme, varones de Siquem; que Dios os oiga. 8 Fueron los árboles a elegir rey sobre , y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. 9 Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el que por mi causa Dios y los hombres son honrados, por ir a ser grande sobre los árboles?

El labrador Toribio viene á su casa, y cuenta que ha plantado un olivo; su mujer Águeda calcula, que, dentro de seis ó siete años producirá el árbol de cuatro á cinco celemines de aceitunas, y que con sus productos podrán plantar un olivar; ella, pues, recogerá las aceitunas, su marido las llevará al mercado en un asno, y Mencigüela las venderá. Suscítase una disputa entre ambos cónyuges.

Aquel que tolera y aprecia, aquel que exige mucho de mismo y poco de los demás, para este brotan las más suaves hojas del olivo, con las que coronará la moderación su frente. En cuanto a , corono a mis Penates con loto , y los cuidados por el porvenir no se acercan a mis umbrales, pues el hombre cuerdo concreta su felicidad a un estrecho círculo.

El eje que sostenía la rueda, estaba apoyado en dos troncos de olivo, que habían echado raíces y cubiértose de una corona de follaje verde oscuro.

Desde ese observatorio prosiguió entusiasmándose , tendría usted a la espalda las rocas siempre nevadas en que vive a sus anchas la gamuza; más abajo el verde obscuro de los robledales junto al claro de las hayas... en fin, el oasis lebaniense donde la vid y el olivo vegetan como en Andalucía, como en Rioja y Aragón, cuyas cumbres pudo divisar por el otro lado siguiendo la ondulante marcha del Ebro.

D. Felicísimo me mandó traer vino y bizcochos, y bebieron, cosa la más desacostumbrada que puede verse en esta casa; y uno de los de porra alzó el vaso y dijo: «Por el triunfo de la monarquía legítima y de la religión sacratísima». Brindaron. Y los tres tomaron el olivo. ¿Está Pipaón arriba? Es de los más lenguaraces. Cuando brindaron, D. Juan echó no cuantos loores... ¿Y qué es eso?

Pero en cambio había una magnífica cocina de señores, con chimenea de campana, de muchísimo tiro, donde ardía siempre, durante la estación fría, abundante leña de olivo y de encina y rica pasta de orujo; donde rara vez se guisaba; y donde los señores se calentaban muy a su sabor.

En el hogar, saliente y no empotrado en la pared, alegraban la vista con sus llamas y daban grato calor la pasta de orujo, los secos sarmientos y la leña de encina y de olivo. Abundaban allí los muebles cómodos, y nunca faltaba, por lo menos, una mesa de tresillo. De diario eran tertulianos constantes el padre Anselmo y don Andrés.