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Era este el monasterio Tabanense, fundado con toda magnificencia en tiempo de S. Eulogio por los piadosos cónyuges seglares Jeremías é Isabel, personages de gran cuenta y de bienes de fortuna considerables, los cuales emplearon en él todo su ingente patrimonio y se retiraron con su familia á vivir en aquella aspereza huyendo el contagio de la fascinadora cultura musulmana.

Doña Frasquita era algo avara; pero antes de tolerar que su marido acabase de corromperse y perderse comprando medias a una sinvergüenza, consintió en que Cristeta saliese de Madrid acompañada de una doncella, costara lo que costara. Menos ruinosa resultaría la doncella que la pérdida de su marido. La escena que pasó entre los cónyuges fue trágica.

Esta pérdida fue un golpe cruel para Don Francisco, pues habiendo vivido el matrímonio en santa y laboriosa paz durante más de cuatro lustros, los caracteres de ambos cónyuges se habían compenetrado de un modo perfecto, llegando á ser ella otro él, y él como cifra y refundición de ambos.

Y que no le disputara esta gloria Juana Trujillo, madre de Baldomero, la cual había muerto el año anterior, porque Asunción probaría ante todas las cancillerías celestiales que a ella se le había ocurrido la sublime idea antes que a su prima. Ni los años, ni las menudencias de la vida han debilitado nunca el profundísimo cariño de estos benditos cónyuges.

Se conserva soltero, porque entre su lancha, sus campañas y sus redes, que teje con mucho primor, nunca le quedó un cuarto de hora libre para buscar una compañera. Por último, en el cuarto segundo habita un matrimonio contemporáneo del tío Miguel; y si no tan robustos como éste, los dos cónyuges esta aún más desaliñados que él, y tan canos, tan curtidos y arrugados.

Parece entonces que todo va á concluir, que todo entre ambos cónyuges está roto; pero Emma se aferra al brazo del esposo, le demuestra que sus relaciones con Vélard constituyen un capricho frívolo que terminará, sin denuestos ni lágrimas, en cuanto ella quiera, y Farjolle, optimista y ecléctico, se deja persuadir.

Se conserva soltero, porque entre su lancha, sus campañas y sus redes, que teje con mucho primor, nunca le quedó un cuarto de hora libre para buscar una compañera. Por último, en el cuarto segundo habita un matrimonio contemporáneo del tío Miguel; y si no tan robustos como éste, los dos cónyuges están aún más desaliñados que él, y tan canos, tan curtidos y arrugados.

En las guerras conyugales, por el contrario, se siente la vergüenza de mantenerlas. Y por eso se ocultan. Los cónyuges simulan la paz sin estar hechas las paces, ofreciendo al exterior una dulce concordia, mientras la guerra civil arde en casa.

Á tal punto rivalizaban ambos cónyuges en agasajar á su hija. Demetria se volvió á la cocina, que ocupaba toda la planta baja de la casa. Sólo en un ángulo habían fabricado con tabiques de tabla un cuartito para el pastor. En otro de los ángulos había un gran montón, que llegaba al techo, de leña.

Para hacer la paz hay reyes, diplomáticos, cancilleres, ministros, políticos, gobernantes, etc., todos los que han lanzado a los pueblos a la pelea. Para «hacer las paces» no hay acción intermediaria y pacificadora, porque los guerreros los cónyuges empiezan por ocultar su propia guerra. En las guerras internacionales los combatientes sienten el orgullo y el honor de la pelea.