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Importa mucho, muchísimo dijo gravemente doña Clara. ¿Crees que yo?... ¡Oh! ¡no! ¡no! yo que tu corazón, tu alma, tu pensamiento, todo eres mío; pero el bufón del rey es padre ó pariente ó amante de esa perdida... el tío Manolillo es terrible... ella te ama... te has casado conmigo... si por vengarse ese hombre...

Silencio y asombro del niño. ¿Es algún amigo tuyo? Es el chico de la vecina. ¡Ah! ¿Y quién te ha dado ese chaquetón que te llega a los pies? El tío Remigio. ¿Quién es el tío Remigio? Nuevo y mayor asombro del niño, que le mira con ojos estáticos. ¿Es algún hermano o pariente de tu madre? Es albañil. ¡Ah, es albañil! Y comprendiendo que no sacaría más en limpio, Miguel tomó otro rumbo.

Los deberes sociales... son muy respetables en efecto dijo el canónigo pariente del Ministro, a quien la proposición había parecido regalista, y por consiguiente digna de aprobación por parte de un primo del Notario mayor del reino.

O al son de mi bolsa cantas, ó si te empeñas en callar, hablan de ti mañana en la villa. Conque hijo, ¿qué quiere don Rodrigo con mi pariente? ¿Vuestro pariente es ese mozo? Archinieto de una archiabuela mía, que era tan noble persona que más arriba que el suyo no hay linaje que se conozca. ¿Me promete vuesa merced guardarme el secreto, don Francisco?

Usted no le conoce, yo : ya me he informado de su carácter y de sus ideas. No sólo es un hombre extravagante é intratable, sino un fanático sin corazón, un hombre feroz, de perversos instintos y cálculos terribles. No: usted no puede seguir más tiempo en manos de ese hombre, que no es su pariente, ni su amigo: que se llama su protector, para hacer de usted una víctima de su orgullo brutal.

Dándolo por cierto y con entera resolución de llegar cuanto antes al fin que me proponía, le añadí: Con franqueza, tío: aunque nada me ha dicho usted nunca de ello, muchos síntomas bien claros me han hecho creer que, en su opinión, no caería mal en esta casa, mañana u otro día, ese pariente a quien ambos nos referimos. ¡Cascajo... pues yo lo creo!... ¡Como santo en su peana!

Cayeron sobre la mesa una porción de papeles. Eran acciones de minas, títulos de la Deuda..., una fortuna. Entre ellos había una carta, que decía así: «Mi querida Mary: La carta de tu padre que me trajo tu marido hace algún tiempo me reveló que y yo somos hermanos, hijos del mismo padre. Shanti, a quien tanto he odiado, es pariente mío, casi hermano.

Fué un verdadero apuro para ellos. Raimundo no tenía frac, Aurelia no poseía tampoco un guardarropa muy provisto. Sin embargo, fueron. Un pariente prestó al joven su frac: Aurelia se puso los mejores trapitos del armario. Al día siguiente Raimundo se encargó un traje de etiqueta en la mejor sastrería de Madrid.

Aquel hombre había sido muy malo para , muy malo para su hermana; pero era mi pariente cercano, hermano de mi madre; la sangre que corría por mis venas era su sangre, y esa voz interna que nos incita a ser benévolos con las faltas de los nuestros, no podía permanecer callada después de la escena que pasó ante mis ojos.

El joven no quiso huir: se quedó junto al féretro, presintiendo que allí sería mayor su seguridad. Además, era el único pariente del muerto que iba en el cortejo, y no debía abandonarle. Los portadores del ataúd, al recibir los primeros golpes, lo dejaron caer al suelo, huyendo veloces. El paño rojo desapareció en la fuga.