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Yo, señores académicos, deseoso de responder pronto y lo menos mal que pudiera a mi pariente y amigo, me comprometí para hacerlo hoy, sin contar con los males y desazones que en estos días han caído sobre . He tenido poco tiempo de que disponer: tres días no más, por esto he sido más desordenado e incoherente que de costumbre. Vosotros, con vuestra indulgencia acostumbrada, me lo perdonareis.

Hubo de curioso en este Concilio que habiendo investido Amat al franciscano fray Juan de Marimón, su paisano, confesor y aun pariente, con el carácter de teólogo representante del real patronato, se vió en el conflicto de tener que destituirlo y desterrarlo por dos años a Trujillo.

A la academia de Castillo acudió cuando contaba doce años, en 1630, Bartolomé Murillo, llevado al estudio por cercano pariente, no faltando algunos autores que apunten que el luego celebérrimo artista sevillano era sobrino de su maestro.

Aunque no fiaba mucho de mi memoria ni de mi sensibilidad artística, creía yo que aquel panorama, con ser montañés de pura casta, se diferenciaba mucho de los que yo había visto «abajo» alguna vez: era pariente de ellos, sin duda, pero no en primer grado.

Aquel cadáver solitario de un hombre muerto por la patria no había encontrado todavía ni un pariente, ni un amigo, ni un camarada que se cuidase de él. No era D. Diego. La Condesa, después de examinarlo, alzó los ojos al cielo, cruzó las manos y rezó en voz alta el Padrenuestro, a cuya oración contestamos todos muy devotamente con El pan nuestro...

Y en el amor de Juanita a don Paco no vio más que el plan de casarse con el hombre más importante que después de él había en la villa. Ambos planes repugnaban extraordinariamente al cacique. Querer salvar a Antoñuelo, aunque Antoñuelo fuese su pariente más o menos lejano, le parecía detestable y absurda aberración.

¿Y cómo se llama? Juan Martínez Montiño. ¡Ah! ¿es pariente del cocinero del rey? Su sobrino carnal, hijo de su hermano. Don Francisco, no merecéis que yo os hable con lisura. ¿Por qué? Porque vos no sois conmigo liso y llano. Cogedme en un renuncio. Estáis cogido. ¿Por dónde? Por ese mancebo. ¿Y por qué? ¿Por qué? ¿no decís que es sobrino del cocinero mayor? Así resulta de su partida de bautismo.

Pero yo, que, aunque parezco padre, soy padrastro de Don Quijote, no quiero irme con la corriente del uso, ni suplicarte, casi con las lágrimas en los ojos, como otros hacen, lector carísimo, que perdones o disimules las faltas que en este mi hijo vieres; y ni eres su pariente ni su amigo, y tienes tu alma en tu cuerpo y tu libre albedrío como el más pintado, y estás en tu casa, donde eres señor della, como el rey de sus alcabalas, y sabes lo que comúnmente se dice: que debajo de mi manto, al rey mato.

41 Y he aquí todos los varones de Israel vinieron al rey, y le dijeron: ¿Por qué los varones de Judá, nuestros hermanos, te han hurtado, y han hecho pasar el Jordán al rey y a su familia, y a todos los varones de David con él? 42 Y todos los varones de Judá respondieron a todos los varones de Israel: Porque el rey es nuestro pariente.

Sus ojos son ese secretario que tienes y ese señorito pariente de Cristina, que busca unirse á , pensando en tus millones más que en Pepita. Sus manos son tu mujer y tu hija. Ellas te agarrarán cuando te sientas débil; aprovecharán un instante de desaliento para empujarte dulcemente en brazos del Intruso. Te crees libre de él y ronda á todas horas en torno tuyo.