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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Don Mariano, rodeado de sus amigos, paseaba y discutía, parándose a menudo a exponer alguna razón intrincada y siguiendo después su paseo con las manos atrás. A don Serapio le tocó decir tres veces sí y tres veces no, y, en consecuencia, se retiró a uno de los rincones, mirando a la pared.
Pero el otro se aferraba a ella repitiendo sus preguntas y parándose a cada instante. «Pues mira le respondió al fin haciendo un gesto campechano . Hazte cuenta que se ha muerto... porque lo que yo te digo... ¿A ti qué más te da que viva o muera? ¿Para qué quieres tú mujer? Las mujeres no sirven más que para dar disgustos, chico. Ve aquí por lo que yo no he querido casarme nunca».
Hanse visto desgracias en algunas que alborotaron con risa el concurso: ó quebrandose, y cayendo las figuras, ó parandose, y assiendose quando devian correr con mas velozidad.
El tránsito de una casa á otra era cortísimo; pero, sin reflexionar, le alargaron ellos, parándose en medio de la calle y contemplando la bóveda inmensa del firmamento, como si quisiesen interrogar á las eternas luces, que allí fulguraban, sobre la suerte de los recién casados y quizá sobre la propia suerte. Lucía, dando un suspiro, dijo al fin: ¡No lo dude V... serán muy felices!
Algunas, no pudiendo resistir la tentación, le tomaban las manos y se las cubrían de besos. Laura, muy conmovida, consiguió á fuerza de trabajos desprenderse de aquel grupo y seguir adelante. Marchaba apoyándose en el brazo de Pedro aspirando con delicia todos los olores y todos los ruidos de la romería, parándose á cada instante y fijando su atención en cuanto la rodeaba.
¿Quién vivirá en esa casa? dijo el tío Manolillo parándose, cuando vió que en aquella casa habían entrado el sargento mayor y la Dorotea, y había vuelto á cerrarse la puerta. ¿Os interesa mucho el saber quién vive en esa casa? dijo el cocinero mayor. Lo averiguaré dijo el bufón como contestándose á sí mismo á la pregunta que á sí mismo se había hecho poco antes.
Las tales mozas, amigas de Celesto, eran excesivamente amables, enseñaban mucho los dientes al reír y bromeaban con harta desenvoltura. De uno en otro grupo iban rodando, parándose a saludar a éste y al otro paisano, casi todos ebrios ya, que les entretenían larguísimo rato con charla impertinente y grosera. Andrés se aburría soberanamente.
Alegróles el ruido en gran manera, y, parándose a escuchar hacia qué parte sonaba, oyeron a deshora otro estruendo que les aguó el contento del agua, especialmente a Sancho, que naturalmente era medroso y de poco ánimo.
¿Cómo es eso, D. Facundo? preguntó avanzando hasta colocarse a su lado. Te lo explicaré en seguida repuso Hojeda en tono confidencial, parándose otra vez y otra vez cogiéndole por la manga del gabán.
¡Por Dios, García! Lo dicho... Tiene más riqueza de tropos. De eso no hay quien me apee... Además, te lo diré francamente añadió parándose y ahuecando la voz , no transijo, no puedo transigir con la metonimia que Rojas emplea en el quinto verso de la segunda octava. Es más que atrevida, disparatada.
Palabra del Dia
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