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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Bajó rápidamente dos o tres escalones de la gradería, y expuso su cabeza a la lluvia, que empezaba a caer con fuerza, recogiendo las gruesas gotas en sus manos y refrescándose con ellas la frente. Os ruego, Luisa, que entréis dijo con dulzura Juana. Subió lentamente y parándose delante de su amiga: Tendremos que separarnos dijo con tono breve y altanero.

49 Entonces Jesús parándose, mandó llamarle; y llaman al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50 El entonces, echando su capa, se levantó, y vino a Jesús. 51 Y respondiendo Jesús, le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dice: Maestro, que reciba la vista. 52 Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado. Y luego recibió la vista, y seguía a Jesús en el camino.

Una vez todos listos empezó el ensayo. En las comedias bicoles no hay necesidad de lecturas, pases ni copias de papeles: el actor se coloca cerca del apuntador y repite cuanto oye sin variar de tono, parándose á cada final de verso. Con este sistema, claro está que para nada hacen falta los papeles; bien es verdad, que en esta clase de espectáculos, lo que menos significa es la parte literaria.

¡Caramba! señorita respondiome Petrilla, parándose de nuevo sobre sus piernas, si son buenos mozos, creo que se ven cosas algo más desagradables. Este modo de examinar la cuestión, me dio que pensar. No hablo de lo físico proseguí yo, alzando los hombros, sino de lo moral. Yo los encuentro muy simpáticos, por cierto respondió Petrilla, brillándole los ojos.

Y el sitio es tal, que ni hecho de encargo. ¿Se puede entrar en este aposento? añadió Quevedo, parándose en el fondo de la taberna delante de una puerta cerrada, y dirigiéndose á un hombre que desde el primer recinto de la taberna les había seguido admirado. ; , señor, con mil amores dijo aquel hombre . ¡Nicolasa! ¡la llave del cuarto obscuro! ¡tráete una luz!

A poca distancia le seguían sus alguaciles, y venía detrás una silla de manos. Guárdeos Dios dijo el alcalde á Quevedo parándose delante de él , ¿me conocéis? Hace mucho tiempo, por el servidor más ciego de la justicia. ¿Creéis que un alcalde de casa y corte puede prender á toda persona viviente en los reinos de su majestad y por su real mandato?

El Canelo, con el rabo enroscado, marchaba delante, unas veces cerca, otras lejos, y parándose con frecuencia á ver si sus amos le seguían. Mientras no salvaron el puente caminaron en silencio. La condesa observaba con el rabillo del ojo y sonriendo picarescamente la actitud encogida y espantada de su acompañante. Al llegar á la carretera tuvo compasión de él y le dirigió la palabra.

La mirada del joven, que a duras penas lograba reprimir su enojo, vagaba del señor de Avrigny, cuya irritación no atinaba a explicarse, a Magdalena, estupefacta, como él. ¿Aún no has comprendido prosiguió el doctor interrumpiendo sus paseos y parándose delante de ellos, por qué te he rogado que no permanecieses por más tiempo con nosotros?

Lo que sabía Fortunata era que aquella mujer daba mucha guerra a las madres por su carácter alborotado y desigual. Desde que la Superiora las dejó solas, la otra rompió a patinar y a hablar al mismo tiempo. Parándose después ante Fortunata, le dijo: «Porque nosotras nos conocemos, ¿eh? A me llaman Mauricia la Dura. ¿No te acuerdas de haberme visto en casa de la Paca?».

Una muchedumbre vestida de día de fiesta discurría por él entrando y saliendo de la iglesia, parándose delante de los puestos de bebidas, comprando frutas y confites ó agrupándose en torno de los bailarines. Debajo de un hórreo próximo al templo sonaban la gaita y el tambor y allí más de dos docenas de mozos y mozas se entregaban con furor al baile.

Palabra del Dia

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