Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 10 de junio de 2025


El golpe echó a rodar por un lado el reluciente chambergo y el taco por otro, y arrancó el guante y la piel de la mano del maestro; destrozó los ángulos de la boca del patán y echó a perder la forma particular de su barba de un modo lamentable. Oyose un grito, una imprecación, una pelea, y el pisotear de mucha gente.

De este modo tenía, a su parecer, el aspecto de un bicho muy malo que se comía a la gente, o por lo menos que se la quería comer. Oyose el pie de paliza que Nicarona, hecha una veneno, estaba dando a sus hijos, y el gemir de ellos. El Pituso empezó a cansarse pronto de su papel de mico, porque eso de no poder pegarse a nadie tenía poca gracia.

Dominando el rumor del aire entre los pinos que agitaba, el murmullo de la rápida corriente del río y el chisporroteo del fuego, oyose un grito agudo, quejumbroso, un grito al que no estaban avezados los habitantes del campamento de Campo Rodrigo. Las hojas cesaron de gemir, el río cesó en su murmullo y el fuego de chisporrotear: parecía como si la Naturaleza hubiese suspendido sus latidos.

Durante el silencio de la escritura, oyose en el pasillo próximo rumor de faldas, voces de mujeres y estallido de besos. Moreno levantó la pluma diciendo: «¿Quién es?». No te interrumpas... ¿Qué te importa a ti? Debe de ser Jacinta. Sigue. Pues que pase aquí. ¿Por qué no pasa? Está hablando con tu hermana. ¡Jacinta, Jacintilla!, entra: el monstruo quiere verte.

Oyose el estridente correrse del pestillo, entreabriose la puerta, y, merced a la luz que cada interlocutor tenía en su cuarto, pudieron ambos verse perfectamente. La puerta quedó separada de su marco cosa de un palmo, y por aquel espacio alargó don Juan ambas manos, estrechando entre ellas una de Cristeta, que ésta tuvo la caridad de no retirar.

Los ojos de la muchacha se enrojecieron, su mano estrujaba el rojo mandil. Ramiro, en vez de ablandarse ante aquella humildad, enfureciose mayormente. Tomó de un hombro a Casilda e hízola girar con violencia, gritando: ¡Fuera de aquí la bellaca! Ella corrió hacia la puerta, y oyose al pronto sofocado gimoteo que se alejaba por la galería.

Leocadia cogió la llave de encima del aparador, y salió sin precipitarse. Oyose a poco en la escalera ruido de pasos sofocados por risas, y entraron con Leocadia en la habitación dos hombres jóvenes, pero de tipo distinto.

El junquillo del joven silbó al mismo tiempo en el aire y fué á cruzar la mejilla del mayordomo. Oyóse una exclamación de rabia. Pedro alzó la mano, y el señorito rodó por el suelo sin sentido. ¡Oh, qué bárbaro, le he matado, le he matado! profirió el mayordomo inmediatamente acercándose á su agresor. ¡Es un chico tan débil!... Y arrodillándose en el suelo levantó suavemente la cabeza del herido.

En el mismo momento oyose un vago rumor; parecía que los muertos resucitaban; luego resonó una carcajada seca: era Hexe-Baizel, que se había vuelto loca de sufrimiento. Más tarde, Catalina exclamó: Hullin... Hullin... ¿Quién ha hablado?

La última vez lo cogí en Marengo..., hace catorce años... ¡Me parece que fue ayer! De repente, oyose fuera crujir la nieve endurecida como por la presión de unas pisadas rápidas. Hullin prestó atención: «¡Es alguien!...» Casi inmediatamente después dos golpes, suaves y secos, sonaron en los cristales. Juan Claudio se dirigió a la ventana y la abrió.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando