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Mientras la bruja, toda temblorosa, atendía, oyose fuera un grito ronco, y casi inmediatamente el cuervo Hans, penetrando en la cueva, comenzó a describir grandes círculos bajo la bóveda, agitando las alas como si estuviese azorado y lanzando lúgubres graznidos. Yégof se quedó pálido como un muerto.

Alguno murmuró, viendome ageno Del honor que pensó se me debia, Del planeta de luz y virtud lleno. En esto pareció que cobró el dia Un nuevo resplandor, y el aire oyóse Herir de una dulcisima harmonia. Y en esto por un lado descubrióse Del sitio un esquadron de ninfas bellas, Con que infinito el rubio dios holgóse.

La nave, que estaba muy inclinada por estribor, se enderezó un tanto; pero en seguida volvió a acostarse. Oyóse en esto un ruido sordo en la estiba. ¿Qué es eso? preguntó el Capitán, admirado e inquieto . ¿Habéis oído? dijo Cornelio, poniendo atención . He oído un ruido extraño. ¿Habrá alguien en la estiba? ¿Tal vez algunos salvajes escondidos? No es posible.

En medio de sus sollozos, oyose un grito que parecía partir de lo más profundo del alma: ¡Oh, Rodrigo! exclamó, ¡que injusta he sido contigo! M. L'Ambert permaneció soltero. Hízose fabricar una nariz de plata esmaltada, cedió su bufete a su oficial mayor, y compró una casita, de modesta apariencia, cerca de los Inválidos. Algunos buenos amigos alegraron su morada.

De pronto, la puerta se sacudió con estrépito, y oyose en el corredor una voz desesperada que comenzó a gritar: ¡A ! ¡A ! ¡Socorro! ¡Soy muerto! El canónigo saltó del asiento, descorrió el cerrojo y abrió. Era un lacayo. El infeliz, con el semblante blanco como el yeso, sin soltar de sus manos una silla de montar, cubierta de terciopelo azul, fue a arrojarse a los pies de su señor.

Oyóse asimismo un espantoso ruido, al modo de aquel que se causa de las ruedas macizas que suelen traer los carros de bueyes, de cuyo chirrío áspero y continuado se dice que huyen los lobos y los osos, si los hay por donde pasan.

En tal momento, Hans, el cuervo, volando por encima del abismo, pasó ante la puerta lanzando un grito ronco; oyose un ruido como de granizo desprendiéndose de la maleza y apareció el loco en el terraplén con un aspecto muy hosco; dirigió una mirada hacia el hogar, y exclamó: Marcos Divès, procura mudarte pronto. Te lo advierto porque estoy cansado de este desorden.

En aquél momento oyóse un grito áspero, estridente, lanzado por Valentín, y que á entrambos los dejó suspensos de terror. Era el grito meníngeo, semejante al alarido del pavo real. Este extraño síntoma encefálico se había iniciado aquel día por la mañana, y revelaba el gravísimo y pavoroso curso de la enfermedad del pobre niño matemático.

Del hombre estimado sólo por consecuente, iba a surgir el orador. Oyose en esto ruido de pasos, y se asomó Paz a la puerta del despacho, a tiempo que su padre repetía: Gracias, muchas gracias. No de qué se trata dijo ella entonces a Pepe; pero yo también se las doy a Vd.

Mas su hermana la siguió inmediatamente en la actitud más severa y autoritaria que puede nadie imaginarse, dispuesta a corregir aquel principio de rebelión, que con el tiempo podría traer funestas consecuencias. Oyose rumor de disputa, sobresaliendo la voz áspera, irritada, de Carmelita; luego aquella voz se fue dulcificando, haciéndose persuasiva, razonadora, reprendiendo con suavidad.