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Actualizado: 6 de junio de 2025
Tal vez no fuese cierto todo. En las ruinas como en las fortunas improvisadas se exagera siempre mucho. Además, si algún compromiso había sagrado para Osorio, debía ser el de ella, una dama que le confía su dinero por pura amistad.
La mujer goza más viva y más íntimamente observando la superioridad del hombre que humillándole. Clementina fué feliz aquella tarde. Pero si Osorio salió bien del paso, no le perdonó jamás la intención de humillarle; porque era tan orgulloso como ella. La pasión frenética que le había inspirado sofocó por algún tiempo todo otro sentimiento. Su luna de miel fué tan pegajosa como breve.
El joven sonrió disimulando su turbación, y respondiendo con fingida indiferencia: A cualquiera le llamará la atención una mujer tan hermosa. ¿Quién es? ¿No la conoce usted? Es la señora de Osorio, un banquero, hija de Salabert. ¡Ah! ¿hija de Salabert? ¿Vive en aquel palacio grande del paseo de Luchana? No, señor; vive en un hotel de la calle de Don Ramón de la Cruz.
Unas veces yendo los chicos a su hotel, otras yendo ella a casa de los chicos o llevándolos consigo al teatro o al paseo, se veían la mayor parte de los días. Pepe Castro, la primera noche que encontró a Raimundo en el salón de Osorio comprendió perfectamente lo que pasaba, y se llenó de despecho.
Osorio la esperaba, en efecto, en el saloncito de arriba contiguo a su boudoir. Estaba sentado negligentemente en una butaca; pero al ver a su esposa se levantó, dejando caer previamente en la escupidera la punta del cigarro que fumaba. Clementina observó que estaba algo más pálido que de costumbre.
El año de 637 entraron por el Tucumán á convertir algunas naciones el P. Gaspar Osorio, de quien poco ha hice mención, y el P. Antonio Ripario, italiano, los cuales, el mayor fruto que sacaron de su empresa, fué perder la vida por Cristo con glorioso martirio, de que tuvo antes bien clara noticia el P. Osorio como lo declara en carta escrita á Roma á su antiguo confesor nuestro cardenal Juan de Lugo.
La tonta es una en guardar consideraciones a quien no las merece. Y luego, ¿quién me va a rechazar? ¡La de Osorio! ¡Olé mi vida!... Siento mucho decírtelo, hijo, aunque bien debes saberlo.
Á 8 de marzo, formado el ejército en tres cuerpos, llevando la vanguardia el Comendador de Malta con sus caballeros y las compañías alemanas y francesas; el centro Andrea Gonzaga con las italianas, y la retaguardia D. Luis Osorio con las españolas, emprendió la marcha hacia los pozos, distantes ocho ó nueve millas de camino llano y espacioso.
En lo cual se procedió sin motivo justo, porque Osorio era bueno, íntegro, fuerte soldado, oficioso, liberal y muy querido de sus compañeros. Del Rio de la Plata ó Paraná; el puerto de San Gabriel y los Charrúas. De aquí partimos á buscar el Rio de la Plata , y llegamos á otro rio dulce, que llaman Paraná-guazú: está lejos este de la boca en que cae al mar, y tiene 42 leguas de ancho.
Osorio se encogió de hombros y respondió: Yo lo doy por visto. Ni uno ni otro se equivocaron. El duque ni les dió una peseta ni volvió a hablarles para nada de la herencia. Estaba muy cariñoso con ellos: les hacía comer muchos días en su casa, quejándose de su soledad; hasta les hablaba algunas veces de los negocios que tenía pendientes; pero nada de liquidar la parte que les correspondía.
Palabra del Dia
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