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Actualizado: 6 de junio de 2025
Lo mismo aconteció á los que representaron en los teatros de la Cruz y del Príncipe, como Gálvez, Gaspar Vázquez, Angulo, Francisco Osorio, Saldaña, Tomás de la Fuente, Botarga, Alcázar, Gabriel de la Torre y Manzanos.
Viendo esto el Capitán, que ya no había donde hacer agua, se fué otro día con sus galeotas y otras dos que había allí: una de D. Luis Osorio y la otra de Federico Stait. La de Stait se perdió por no seguir la conserva, habiendo ya escapulado el armada. Fué mal empleada la pérdida en su patrón, porque fué el que mejor se trató de cuantos sicilianos vinieron á ella.
No quería saber más, y se despidió. Aquella dama se parecía de un modo asombroso a su madre. La situación de su espíritu, todavía agitado y dolorido, hizo que tal semejanza adquiriese más relieve a sus ojos del que realmente tenía, le produjese una viva expresión. Pocos momentos después pasaba por delante del hotel de Osorio tres o cuatro veces; pero no logró ver nuevamente a la señora.
Á D. Luis Osorio, Maestre de campo de la gente de Sicilia, mataron el caballo y matáranlo á él si no lo socorrieran, y peleó como muy buen caballero este día, y todo lo que duró la jornada hizo lo que debía. Los moros tenían 5 ó 6 caballos, en que andaban los que los gobernaban; pero serían 13 ó 14.000 hombres de á pie; los nuestros podrían llegar hasta 7.000.
Pinedo alargó al instante la mano para despedirse. Ya sabe usted que hoy es sábado dijo la dama . Vaya usted a comer. Con mucho gusto. Recuerdos a Osorio. Y lleve usted a esta joven tan monísima. Ya veremos; ya veremos replicó el covachuelista otra vez desconcertado . Si hoy no pudiera, otro día será. Hoy ha de ser, padre tirano.... Hasta luego, ¿verdad, preciosa?
Se obstinó en guardar silencio hasta su casa, donde su amigo y maestro le dejó al fin llena la cabeza de lúgubres presentimientos y más triste que la noche. #Comida y tresillo en casa de Osorio.# Al día siguiente de haber subido a casa de Raimundo, Clementina estaba más avergonzada y pesarosa de haberlo hecho que en el momento de bajar la escalera.
No diga usted eso, Osorio, si precisamente Clementina es una de las mujeres que tienen el cutis más terso en Madrid dijo Pascuala. ¡Toma! Buen dinero me ha costado el estucado que se ha puesto en París esta primavera. Clementina seguía también la broma; pero le costaba más trabajo fingir.
Al pasar por delante de los dos hombres para ir a saludar a Pepa, las miradas de los esposos se cruzaron rápidamente como relámpagos tristes y siniestros. El rostro de Osorio, ordinariamente sombrío, bilioso, estaba ahora imponente de ferocidad. No fué más que un instante.
Antes de oscurecer, porque el relente de la noche no le convenía a la duquesa y Clementina necesitaba ir temprano a su casa, dieron orden al cochero de retirarse. Era sábado, día de comida y tresillo en el hotel de Osorio.
La señora de Osorio, hastiada de la vida elegante, habiendo agotado todas las emociones que ofrece a una dama ilustre por su hermosura y su riqueza, se iba placiendo extremadamente en aquel saludo inocente que casi todos los días cambiaba con el joven del mirador.
Palabra del Dia
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