Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de julio de 2025
Vamos, usted se ha figurado que porque yo he aceptado su ayuda para salir del convento quedaba comprometida a adorarle, ¿no es cierto? Una ola de sangre subió a mis mejillas. Los oídos me zumbaron. Comprendí, de repente, que había estado haciendo el tonto de un modo lamentable, que aquella muchacha se había burlado despiadadamente de mí.
La ola de la emigración europea, entre lo bueno y lo malo que periódicamente nos aporta, había arrojado a nuestras playas este digno ejemplar de la familia de los natobdélidos, honorable agrupación zoológica a la que da tono y carácter la sanguijuela; la prodigiosa bondad del suelo y del ambiente contribuyó a su rápido desarrollo.
Sus ojos tornaron al cabo a brillar sonrientes, y una ola de leve carmín se esparció por sus mejillas. Dio algunos pasos con pie vacilante y se paró al fin a la puerta de la alcoba. Con una mirada intensa abrazó cuanto en ella había. El lecho del sacerdote era pequeñito, de madera blanca; blanca también la colcha que lo cubría; las almohadas y las sábanas finas, pero sin encajes.
Al mismo tiempo una ola de cólera salvaje y brutal me subió al cerebro; sentí como un deslumbramiento y echándome sobre la balaustrada, vi toda la superficie del río cubierta de chispas. No diré, siguiendo el uso: Dios no lo quiso. No me gustan las fórmulas triviales.
No había mal tiempo que les adormeciese ó les asustase... En plena tormenta se mantenían á la vista de la costa, saltando de ola en ola, con su fragilidad de barcos construídos para ser flechas; y únicamente cuando otros compañeros venían á sustituirles regresaban al puerto viejo, para descansar unas horas á la entrada de la Cannebière. Las callejuelas de la orilla derecha atraían á Ferragut.
Una ola inmensa de rubor invadió las mejillas de aquel generoso vecindario. Esta ola solía venir a Lancia y hacer los mismos estragos siempre que la suerte favorecía a algún laciense más de lo justo.
¡Ah! ¡Ya pareció aquello! Vamos, tú tienes algunos ochavos en poder de Osorio y temes perderlos, ¿verdad? dijo Clementina con sonrisa sarcástica, reprimiendo su cólera con trabajo. Pepa se puso pálida. Una ola de ira le subió también del corazón a los labios.
Como te creería sabia si no has querido dejarlo vagar en sus ensueños en busca de tesoros en el seno de los cielos constelados, por más de que hasta allí subiera con ala intrépida? ¿No has arrancado Diana a su carro, y obligado a las hamadriadas de la selva a buscar un asilo en alguna otra estrella más feliz? ¿No has sacado a la náyade de su ola, al elfo de su pradera verde y a mí mismo no me has arrebatado mi sueño estival bajo los tamarindos?
Harto penoso érale volver a pasar bajo los arcos sucesivos del antiguo torreón almenado que guarnece la cabecera. Sus piernas se hundían en una ola brusca de cabras o de carneros; aquí un borrico le estropeaba la bota con la pezuña, allí una vaquera de la sagra le apartaba de un manotón.
Pues sí, en Abril vuelvo, y para entonces tengo la seguridad de que...». Tuvo que ponerse rígido, porque desde el centro del cuerpo le subía por el pecho un bulto inmenso, una ola, algo que le cortaba la respiración. Alargó el brazo como quien acompaña del gesto un vocablo; pero el vocablo, expresión de angustia tal vez, o demanda de socorro, no pudo salir de sus labios.
Palabra del Dia
Otros Mirando