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Actualizado: 17 de noviembre de 2025


Meter a bordo el rizón. A la voz del patrón los cuatro hombres que tripulan la barca, uno tras otro, van saltando a bordo con un rosmar de protesta. El patrón manda aparejar la vela y se inclina sobre la borda de popa para armar la caña del timón. Después se santigua. La barca se columpia en la cresta espumosa de una ola. Comienza la travesía.

También él tuvo un momento la sensación fría del terror. La locura pasó por su imaginación como un mareo. «¡Si se le volviera loca!». Una ola de púrpura inundó el rostro del clérigo.

La ola dió un golpe en la espalda de los dos primeros remeros, les hizo torcerse violentamente y pasó por encima de nosotros. No hubo nadie de los nuestros que no creyera que aquel era nuestro final. Al verme todavía en la lancha, yo me indigné. Estamos aquí parados estúpidamente les dije . Hay que pasar. ¡Hala! Nada, vamos dijeron todos.

JOAQUÍN. ¡Y ahora voy a ver sus estudios! RAQUEL. Es «Ola en el alma», de la Casa Liedon. JOAQUÍN. Adoro los perfumes, porque viven con vida propia; se identifican con las mujeres y traducen su secreto pensamiento. ¡Un perfume es una confesión! IN

En vano se han construido extensos tajamares: la ola toma la dirección que se le deja libre y avanza irresistible. ¡Ay de aquel bote o canoa que al entrar o salir al espacio comprendido entre el muelle y la muralla de piedra, es alcanzado por una ola que revienta bajo él!

Una ola de dignidad retrospectiva le subió al rostro y le dio valor suficiente para decir: D. Juan, necesito mil reales.

Se había refugiado en la devoción como un oasis fresco y agradable en medio de su vida monótona y vulgar, y experimentaba una sensación de orgullo cuando algún sacerdote amigo la decía a la puerta de la iglesia: Cuide usted mucho de don Ramón. Gracias a él la ola de la demagogia se detiene ante el templo y los malos principios no triunfan en el distrito. El es quien tiene en un puño a los impíos.

Al chicuelo le sirven de abrigo, aprovechándose de la ola ya abierta. La forma del vaso, inherente á su género de vida, aprieta la cintura de la madre privándola de la admirable cintura de la mujer, ese milagro adorable de una vida sentada, fija y armónica, en que todo se vuelve ternura.

Una ola insondable de invencible orgullo, un misterio y un sueño, tal debió parecer mi primera edad. Yo añado que ese sueño estaba atravesado por un pensamiento huraño, siempre despierto, de seres que han existido, y que mi espíritu no hubiera apercibido jamás si los hubiera dejado pasar cerca de mi, bajo mi ensoñadora pupila.

Hasta donde el fondo de la inmensa ranura tiene inclinación regular, se diferencia la superficie del ventisquero de la corriente igual del río. El roce del hielo contra los bordes no la riza en ondas semejantes á las de la ola en la ribera, sino que la quiebra y la parte en grietas que se cruzan en un laberinto de abismos.

Palabra del Dia

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