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Actualizado: 15 de julio de 2025


Puedes ocultarlo también á las investigaciones de los ministros y magistrados, como hiciste hoy cuando procuraron arrancar ese nombre á tu corazón y darte un compañero en tu pedestal. Pero en cuanto á , yo me dedicaré á la investigación con sentidos que ellos no poseen. Yo buscaré á este hombre como he buscado la verdad en los libros; como he buscado oro en la alquimia.

Y súbito, sin poder contenerse, apretó la muñeca al delegado diciendo: Sea usted franco, García... Empieza usted a tener sospechas de esa mujer. No tengo por qué ocultarlo replicó aquel con sosiego mirando por la ventanilla. La circunstancia de ser la última persona que ha hablado con el niño me da mucho que pensar... Luego, esa visita a la cárcel...

Con esto se ponía como sobre ascuas y muy alborotado y triste, sin que para ocultarlo le valiese el disimulo. Entonces don Paco jugaba peor: solía tener rey y caballo del mismo palo y se le olvidaba acusar veinte, o bien, si Juana le jugaba un oro y él tenía el as o el tres, se lo guardaba y no lo echaba.

La pobre se asustó, parece que le correspondía en la intimidad de su corazón, aunque sabía ocultarlo y dominarse y había puesto una lápida sobre sus sentimientos culpables. ¡Ah! ¡Estas lápidas de olvido! ¡Cuántas mujeres porteñas han atravesado la vida melancólica hasta una noble ancianidad, plegadas por la virtud a la rutina cotidiana, distraídas por el cariño a los hijos, mientras un amor del pasado se ha ido muriendo como una claridad pálida en sus almas!

Dirá que se queda para comprar quince aranzadas de olivar, que lindan con las suyas, y para cuya compra está ya en tratos. Lo que me aconsejas es vulgar; perdona mi crudeza de expresión: es feo. Yo no debo dar esperanzas de una cosa de que yo misma no esté segura. Y si estoy ya segura de ello, es artificio ridículo ocultarlo y dar esperanzas, e ir descubriendo poco a poco mi corazón.

Durante ellos se informó el Comendador, con el mayor secreto y diligencia, del valor exacto de todos los bienes de D. Valentín. Pasaban de cuatro millones de reales. Bastante se apesadumbró, no debemos ocultarlo, de que D. Valentín hubiese llegado á ser tan rico.

Pero aunque Velázquez se esforzase en ocultarlo y Soledad nada hiciese para ponerlo de manifiesto, el cambio operado en sus relaciones no era ya un secreto para nadie. Los amigos murmuraban, se hacían guiños cuando observaban algún signo de sumisión, se comunicaban sonriendo los descubrimientos que iban haciendo.

Responder quiso doña Guiomar, pero desfalleció la voz en su garganta; sus ojos se posaron, exhalando un dulce fuego, en el venturoso amante; suspiró luego tan hondamente como si el suspiro hubiera salido de lo recóndito de sus entrañas, y dijo: Pues que Miguel de Cervantes sois, y antes de conoceros yo había conocido en vuestros versos vuestra alma, y estimádola había por ellos, quiero contaros mi historia, y por ella veréis claramente cómo, habiendo sido casada y con buen marido, amor no conocí, ni conozco, como no sea amor esto que me tiene hablando con vos y a deshora en mi aposento; que para ampararos en el aprieto en que os veis, no era menester que yo os hiciese compañía; y amor debe ser este, porque habéis de saber que no sabía yo que hubiese cosa que vencer pudiese la fuerza de mi recato, y a él falto hablando con vos a solas, y a tal hora; y si esto no es amor, no lo que ello sea; amor es, ¿quién lo duda, cuando ocultarlo no puedo, y si os lo niego más os lo afirmo, y vencida y enamorada os lo confieso?

Oíalo todo Florela, que a poca distancia estaba, entre el follaje de un bello jazmín escondida, y oyó asimismo que Margarita dijo, con la voz apenada y débil, y tan apasionada, aunque quería ocultarlo, como si su voz hubiera salido de en medio de sus doloridas entrañas: ¡Ay, señor mío, que yo también estoy espantada de misma, porque no debiendo tener ni corazón ni alma más que para la desgracia, que nunca lloraré bastantemente, del fallecimiento de la desventurada madre mía, en cosas pienso que tan lejos están de mi madre como de mi ventura!

Si me decidiese yo a ser novia de usted, sería por considerarlo bueno y honrado, y en vez de ocultarlo como fea mancha, lo pregonaría y lo dejaría ver a todos con más orgullo que si enseñase una joya, jactándome de ello, en vez de andar con tapujos. Ya sabe usted modo de pensar. Nada más tenemos que decirnos. Ahora, lo repito, váyase usted y déjeme tranquila.

Palabra del Dia

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