United States or Iceland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Había abandonado el brazo del asiento y estaba de pie frente al príncipe. Esto hizo un gesto de cansancio. Le aburrían las palabras de Atilio, aquella historia infantil del tren, del soldado rojo y de la invitación insolente. Eso sólo podía conmover á doña Clorinda; él tenía asuntos mas inmediatos en que pensar. Ya que se negaba á servirle, podía dejarlo solo.

Si alguien se negaba a obedecer tales demandas, sus campos aparecían talados, las cosechas perdidas, y hasta podía despertar a media noche sin tiempo apenas para huir de la techumbre de paja que se venía abajo entre llamas y asfixiando con su humo nauseabundo.

En cuanto estaban solos, hablaban de aquel asunto. Álvaro negaba que hubiese por su parte amor; era un capricho fuerte arraigado en él por las dificultades. Visita fingía preferir que fuese una pasión verdadera; disimulaba el placer íntimo que encontraba en las afirmaciones del otro. Ya lo sabes, Visita; amar no es para todas las edades. No hablemos de eso.

Ballester había recomendado que se le diera carne cruda; pero como él se negaba a comerla, doña Lupe discurrió el darle menudillos, corazones de aves, y suprimir para él el cocido y los feculentos. Para postre le trajo bruños de Portugal. A nada de esto atendía Fortunata, por tener el pensamiento enteramente ocupado con aquella idea de visitar el asilo de doña Guillermina.

Se negaba á continuar su carrera: quería embarcarse, alegando que para esto se había hecho piloto. En vano doña Cristina impetró el auxilio de parientes y amigos, prescindiendo del Tritón, pues adivinaba su respuesta. El hermano rico de Barcelona fué breve y afirmativo: «¿Si eso le da dinero?...» Los Blanes de la costa mostraron un sombrío fatalismo.

La atraería hacia mi pecho y me la llevaría, ¡poco importa adónde! en la noche, al fondo del desierto, si el sol se negaba a alumbrarnos, si ninguna casa quería darnos el abrigo de techo. Preferiría morir de hambre con ella a la orilla del camino, a implorar al mundo que quiere separarme de ella.

Su novia, prácticamente, refrenaba sus entusiasmos financieros. No había que tentar a la fortuna; y ahora que se mostraba favorable, era una locura no retirarse a tiempo. Pero Juanito se negaba a oírla. ¿Qué saben las mujeres de negocios? ¿Por qué había de quedarse en la mitad del camino, cuando podía seguir a su principal hasta el paraíso de los millonarios?

Pero el amor humilde, abnegado, suplicante, de la Condesa Florencia, no había servido para redimir a Zakunine, y al pensar en el martirio de la infeliz, el magistrado se negaba a toda indulgencia, reconocía que así como aquel hombre violento había querido la mortificación de ese pobre ser delicado, también podía haber querido su muerte.

Desnoyers protestó con mal humor. ¿Marcharse?... París era pequeño para ellos por culpa de Margarita, que se negaba á volver al único sitio donde estarían al abrigo de toda sorpresa. En otro paseo, en un restorán, allí donde fuesen, corrían igual riesgo de ser conocidos.

No tenía motivo para negarme a recibirle en mi habitación algunos días. El dueño de la fonda me lo presentó como un antiguo huésped a quien debía muchas atenciones: si me negaba a compartir con él mi cuarto, se vería en la precisión de despedirle por tener toda la casa ocupada, lo cual sentía extremadamente.