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Actualizado: 20 de junio de 2025
35 Y aconteció que acercándose él a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; 36 el cual cuando oyó la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. 37 Y le dijeron que pasaba Jesus Nazareno. 38 Entonces dio voces, diciendo: Jesus, Hijo de David, ten misericordia de mí.
«¡Ya llega, ya llega!» murmuraban los socios del Casino apiñados en los balcones, codeándose, pisándose, estrujándose, los músculos del cuello en tensión, por el afán de ver mejor el extraño espectáculo, de contemplar a su sabor a la dama hermosa, a la perla de Vetusta, rodeada de curas y monagos, a pie y descalza, vestida de nazareno, ni más ni menos que el señor Vinagre, el cruelísimo maestro de escuela.
17 Y llevando el madero para sí, vino al lugar que se dice de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; 19 Y escribió también Pilato un título, que puso encima del madero. Y el escrito era: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDIOS. 20 Y muchos de los Judíos leyeron este título, porque el lugar donde estaba Jesús colgado del madero era cerca de la ciudad; y era escrito en hebreo, en griego, y en latín.
¿Nos veremos en la calle? dijo el bufón . Venid, que el tiempo urge, y vos, compadre, dejadnos por Jesús Nazareno, y vamos, y no se hable más, que en decir y replicar llevamos una hora. Conque hasta después; muchas expresiones al señor Cornejo, señora María, y al señor escudero que se compre un peine fuerte; hasta más ver... ¡Gracias á Dios que estamos en la calle!
Aunque siembren de espinas su camino y a palmos se disputen el terreno, cumplirán como bravos su destino, predicando la ley del Nazareno. ¿Quién se opondrá al espíritu divino de que su corazón se siente lleno? Y a la Cruz santa que en sus diestras brilla ¿quién habrá que no doble la rodilla? ¡La Cruz! Esa es la luz que los encanta por los tristes desiertos de la tierra. ¡La Cruz!
Lo mismo digo de los bustos de Jesús Nazareno, en los varios pasos de su pasión, el de la Virgen y otros santos que sacan en las procesiones de Semana Santa; todos éstos son unos trozos de madera mal labrados y peor pintados, sin ningún adorno en sus cuerpos, ni en las andas en que los colocan, siendo éstas una especie de parihuelas mal formadas, y parece que debían haber puesto en esto más que en otra cosa su esmero; pues, siendo la representación de estos pasos quien nos trae a la memoria la obra de nuestra redención, es muy conveniente que los bustos de Jesús, la Virgen y demás santos sean bien formados y adornados, mayormente entre estas gentes, que les entran las especies más por la vista que por el oído, y pudieran haber empleado parte de las ricas telas que emplearon en los ornamentos en vestidos decentes de estas imágenes y otros adornos de ellas.
No era prudente que viesen a un espada con aquella tropa de borrachos aguardándoles a la puerta de las tabernas. La señora Angustias le esperaba en el patio de la casa, y ayudó al «nazareno» a despojarse de sus vestiduras. Debía descansar, luego de cumplidos sus deberes con la Virgen. El domingo de Pascua tenía corrida: la primera después de su desgracia. ¡Maldito oficio!
Las blancas haldas de los encapuchados eran ya faldas sucias, en las que se marcaban huellas nauseabundas. Ninguno conservaba enteros los guantes. Un «nazareno», con el cirio apagado y una mano en el capuchón, se arqueaba ruidosamente frente a una esquina para dar expansión a su estómago revuelto. Del brillante ejército judío no quedaban más que míseras reliquias, como si volviese de una derrota.
Ramiro se retiró orgulloso del secreto que acababa de sorprender; pero no tardó en advertir que los alguaciles que caían al figón presenciaban a menudo aquellos ritos diabólicos, y que el Nazareno los cohechaba con solo un rubio y chispeante buñuelo, recién sacado de la sartén. Ramiro acabó por atraer la atención. Le hablaron en algarabía y no pudo contestar.
El bautismo era un niño vestido de catecúmeno con su túnica blanca; el orden otro niño de sacerdote; la confirmación, un obispito; la extremaunción, un peregrino con bordón y esclavina llena de conchas; el matrimonio, un novio y una novia, y un Nazareno con cruz y corona de espinas, la penitencia.
Palabra del Dia
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