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Esta singularidad proviene de la costumbre establecida desde el tiempo de los Jesuitas, de casar regularmente á las muchachas á la edad de diez años, y á los jóvenes á la de trece.

Si no podía andar entre las muchachas asegurándoles que Fulanito se alampaba por ellas, o que Zutanito se moría por sus pedazos, se arrimaba a los jóvenes, calentándoles los cascos, encendiéndoles la sangre, hablándoles del pie de tal chica: hombre, un pie que me cabe en la palma de la mano o del color de cuál otra hombre, si parece que se da agua de Barcelona, y no, me consta que aquello es natural . Borrén sabía de las criadas que llevan y traen cartitas, de los paseos retirados donde es fácil tropezarse cuando hay buena voluntad, de los peladeros de pava, de las butacas que en el teatro ofrecen más comodidad para hacer el oso; era el primero a olfatear los trapicheos, las bodas, los escandalillos y los truenos incipientes.

Y ¡por vida mía! que estas muchachas francesas valen un imperio. Mira esa moza del zagalejo azul. ¡Vaya un palmito! No es maravilla que el aspecto de la ciudad produjera profunda impresión en los que la contemplaban por vez primera. Rica, populosa, animadísima, Burdeos se hallaba entonces en su apogeo.

Pero luego se olvidaba con la conversación. Doña Pepita dijo que su hija había tenido el capricho de aprender la guitarra é incitó a Rosita para que cantara. , canta dijeron las demás muchachas. , cante usted añadió Zalacaín.

Convencido de que no podría alzar más el vuelo, se había tendido en el surco, dejando pasar a los que venían detrás, y se dedicó a explotar su experiencia escénica como maestro de numerosas muchachas a las que manoseaba bondadoso y paternal.

Julî fué la causa de la paliza, que el buen cura administró á unos jóvenes que recorrían el barrio, dando serenata á las muchachas. Los maliciosos, al verla pasar seria y cabizbaja, decían de manera que ella oyese: ¡Si quisiese, Cabesang Tales sería indultado! La joven llegaba á su casa sombría y los ojos estraviados.

Les dijeron que por allá andaba una partida, y prefirieron seguir adelante. Esta partida, días antes, había apaleado bárbaramente a unas muchachas, porque no quisieron bailar con unos cuantos de aquellos foragidos. Dejaron el pueblo, y, unas veces al trote y otras al paso, llegaron hasta Amezqueta, en donde se detuvieron. VARIAS AN

Pues es preciso que se nos someta usted a la siguiente prueba dijo el cura, tapándose un bostezo, porque eran ya las cuatro y no habría tenido inconveniente en tomar una friolera . Hay en Madrid una institución religiosa de las más útiles, la cual tiene por objeto recoger a las muchachas extraviadas y convertirlas a la verdad por medio de la oración, del trabajo y del recogimiento.

La roja luz del ocaso la envolvió entonces; su rostro se encendió como un ascua, y por segunda vez le pareció a Baltasar hecha de fuego. Di, hermosa.... Usted... quiere comprometerme... quiere conducirse como se conducen los demás con las muchachas de mi esfera. No por cierto, hija; ¿de dónde lo infieres? No pienses tan mal de .

Por delante, recogido el pelo, dejaba ver la tersa frente, recta y chiquita, y sobre las sienes tenía grandes rizos sostenidos con horquillas que llaman por allí caracoles, por debajo de los cuales había una suave patillita, que no fijaba contra la cara con zaragatona o pepitas de membrillo, como hacen otras muchachas, sino que dejaba flotar libremente en vagas sortijas o más bien alcayatas donde colgar corazones.