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Actualizado: 25 de julio de 2025
María-Manuela salió con los cristales del cuarto y fué á arrojarlos al pozo que había en el patio. Soledad, que seguía tranquilamente haciendo calceta detrás del mostrador, sonrió. Siguió la zambra en el aposento. Bueno, ahora no falta más que Soledad nos baile una mijita de tango manifestó el señor Pepe.
Se abalanzaron entonces a los comestibles que estaban a la vista: pastelillos y dulces de diversas épocas, artísticamente moteados con deyecciones de moscas a pesar de su encierro entre cristales. El dueño, detrás del mostrador, atendía al remedio de esta hambre general abriendo latas de sardinas y cortando lonchas de salchichón blanducho.
Estando escribiendo, llamáron á la puerta, y entró el mercader que le traía á Babuco su bolsillo que se habia dexado olvidado encima del mostrador. ¿Cómo es posible, dixo Babuco, que seais tan generoso y escrupuloso, despues de haber tenido cara para venderme vuestras buxerías quatro tanto mas de lo que valen?
Algunos días después vió el vecindario dos carros enrabados a la puerta de la abacería; luego vió cargar en uno de ellos las aceiteras, los barriles, los cacharros, las chucherías de la tienda, ¡hasta los estantes y el mostrador!; vió en seguida cómo en el otro carro se colocaron los colchones, las camas desarmadas, la batería de cocina..., todo el ajuar de la casa de Simón; cómo se acomodaron en un hueco dejado al efecto sobre los colchones, Juana y su niña, después de haberse restregado la primera los zapatos contra el suelo repetidísimas veces, mirando al mismo tiempo a todas partes, cual si quisiera, con alarde tan necio, dar a entender que hasta el polvo de aquel suelo la ofendía; vió la gente también cómo, después de sacar hasta la escoba, cerró Simón la puerta y se guardó la llave en el bolsillo, y luego ponerse en movimiento los carros, a los cuales seguía Simón, saludando con gravedad a cuantas personas le despedían desde lejos con un movimiento de cabeza; no vió una sola vez asomar la de Juana fuera del toldo bajo el cual iba; y vió, por último, que los dos carros y Simón, que marchaba siempre junto a ellos, después de atravesar la plaza, tomaron el camino de la villa y desaparecieron en él.
Allí esperó largo rato de codos sobre el mármol de la mesa, con la garganta seca por el mucho fumar, mortificada la imaginación por la impaciencia y mirando sin cesar a un reloj colocado en la parte alta del mostrador y cuyas lentas manecillas le parecían pegadas a la esfera. El local estaba casi desierto: los parroquianos de por la tarde se habían ido, y para los de la noche era temprano.
Estupiñá abría todas las mañanas, barría y regaba la acera, se ponía los manguitos verdes y se sentaba detrás del mostrador a leer el Diario de Avisos.
Por fin, el dueño de casa entreabrió la puerta de la pulpería, tendió el oído, y como hombre habituado a esos pequeños incidentes de la vida, se dio vuelta tranquilamente y dijo a la mujer que despachaba en el mostrador: Ruperta, dame la alpargata. Si aquel hombre hubiera dicho: «dame una alpargata», no me habría llamado la atención.
Para D.ª Feliciana, encerrada noche y día detrás del mostrador y ocupando todas las horas de su existencia en ir levantando poco á poco y ochavo á ochavo la fortuna de su marido, Paco Ruiz, con sus dichos picarescos, á los cuales daba realce la constante gravedad de su fisonomía, representaba el teatro, el baile, las joyas, los vestidos; todo lo que constituye el recreo y á menudo la felicidad de una mujer.
Siempre, naturalmente, que los millones no se quedaran todos en algunos bolsillos particulares... Hay muy poco dinero en España. Poco y malo. El primer tendero a quien le doy un duro lo coge y lo arroja diferentes veces sobre el mostrador con una violencia terrible. Yo hago votos para que, si no es de plata, sea, por lo menos, de un metal muy sólido, porque, si no, el tendero me lo romperá.
Sólo quedaban cuatro ebrios, de ojos húmedos, que bebían con fruición, preocupándose únicamente del contenido de sus vasos. Hindenburg, volviendo el fuerte dorso á su clientela, leía en el mostrador un periódico de la noche.
Palabra del Dia
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