Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de noviembre de 2025


Un arca con tiradores a modo de mostrador ocupaba entera la parte inferior del lienzo más grande de pared; un crucifijo horriblemente ensangrentado pendía sobre el arca. Lo primero con que tropezó fue con Celesto que, de rodillas a la puerta, rezaba el rosario.

Sabía que en aquel cafetucho le nombraban frecuentemente y eran muchos los que deseaban verle. Podía darles el recado de que el capitán Ferragut estaba allí, á su disposición. Así se hará dijo el andaluz. Y se fué al mostrador, trayéndole al poco rato una botella y un vaso. En vano se fijó Ulises en los que ocupaban las mesas inmediatas.

Junto á la puerta principal estaba el mostrador, mugriento y pegajoso; detrás de él, la triple fila de pequeños toneles, coronada por almenas de botellas conteniendo los diversos é innumerables líquidos del establecimiento.

Cosa muy seria es ésta de oír hablar a un difunto. Por la mañana se acercó nuestro asustado religioso al comendador de la orden y le refirió, sueño o realidad, lo que le había pasado. Nada se pierde, hermano contestó el superior , con que vea a Guruceta. En efecto, mediodía era por filo cuando fray Antolín llegaba al mostrador del comerciante y le hacía el reclamo consabido.

Atravesando una puertecilla que junto al mostrador había, pasaron a un cuartucho estrecho y oscuro, formado en el anguloso hueco de la escalera que a las terulias conducía. Un ruinoso banco ofreció durísimo y no muy limpio asiento a los tres individuos, y dábanle compañía algunas cafeteras de largo pico, cajas vacías, escobas y enormes cangilones destinados a usos distintos.

Por allí andaba Pimentó, que acababa de llegar de la taberna con cinco músicos, tranquila la conciencia después de haber estado durante algunas horas junto al mostrador de Copa. Afluía cada vez más gente á la barraca. No había espacio libre dentro de ella, y las mujeres y los niños sentábanse en los bancos de ladrillos, bajo el emparrado, ó en los ribazos, esperando el momento del entierro.

Es un lindo pueblecito situado en el fondo de un valle, rodeado por todas partes de verdes montañas y de árboles. Cuando llegó a las primeras casas, se encontraba tan fatigada que se detuvo un instante para reposar. La primera tienda que vio abierta era un estanquillo. Entró resueltamente, y dirigiéndose a una mujer que cosía detrás del mostrador le preguntó: ¿Conoce usted a don Ricardo Vázquez?

¿Pues?... ¡Ah, !... No me acordaba que debo presentarle a su Julieta... ¡Oh! ¡La juventud!... ¡el amor!... ¡Qué pena para ver esas cosas ya de lejos! añadió con un suspiro. Pero sus ojos codiciosos, atrevidos, dirigiéndose al mismo tiempo hacia una hermosa mujer sentada cerca del mostrador, pregonaban bien claro que no andaban tan lejos como decía.

Cuando por sus negocios pasaba cerca de mi tienda, entraba a saludarme. Tenía un modo suyo de anunciarse: un garrotazo sobre el mostrador. «¿Quién está aquí?» Y al salir yo del escritorio, la misma pregunta: «¿Cómo estás, maño? ¿Cómo tienes a la maña y tus cachorricos?...» La última vez que le vi, fue antes de retirarme yo a París.

Cuando este hombre estuvo cerca del mostrador, levantóse el cafetero con recelo, se fué á la puerta de la calle y escuchó atentamente algún tiempo; volvió, se asomó á un ventanillo que daba al patio, y después repitió la misma operación en una puerta que daba á la escalera. De los tres mozos del café, uno solo estaba allí, roncando sobre un banco: el amo le despertó y le despidió.

Palabra del Dia

aquietaron

Otros Mirando