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¿Que si lo han visto?... ¡Ya lo creo! ...Gran movimiento en la tienda de Sid'Omar... El cafetero llena las tazas, enciende otra vez las pipas.

El camarero del café le descubrió que su amo era poseedor de una mesa giratoria por medio de la cual consultaba con los espíritus cuanto quería. Bastó esto para que el paisano ardiese en deseos de conferenciar con el cafetero y asistir a alguna de aquellas sesiones maravillosas.

El cafetero miró con singular expresión de cariño el envoltorio, mientras el viejo lo desenvolvió con mucha cachaza, y sacando unas onzas que dentro había, comenzó á contar. Al ruido de las monedas, Robespierre abrió los ojos; y viendo que no era cosa que le interesaba, los volvió á cerrar, quedándose otra vez dormido. El viejo contó diez medias onzas, y se las dió al del café.

El mostrador era ancho, estaba colocado sobre un escalón, y en su fachada tenía un medallón donde las iniciales del amo se entrelazaban en confuso jeroglífico. Detrás de este catafalco asomaba la imperturbable imagen del cafetero, y á un lado y otro de éste, dos estantes donde se encerraban hasta cuatro docenas de botellas.

El filósofo cafetero dijo a su amigo que cuando quisiera echar otro párrafo no le buscase más en el Café de Madrid, porque allí había caído en un círculo de cazadores que le tenían marcado y aburrido con la perra pechona, el hurón, y con que si la perdiz venía o no venía al reclamo.

Tenía el servicio de la casa, desde tiempo inmemorial, ajustado a una tarifa votada en junta general de socios, con asistencia del contratista, un cafetero establecido en la calle trasera, en un local de muy mala traza; pero, según fama, cumplía bien sus compromisos, y hasta gozaban de mucho crédito sus géneros, su diligencia, y particularmente sus limonadas en la estación de verano.

El vive muy satisfecho. Con el producto de seis u ocho solares y de un rancho cafetero le basta y sobra para vestir a la señora alcaldesa, y a su hijo, un muchacho idiota hinchado de vanidad. En Villaverde se trabaja poco, lo suficiente para comer, no andar desnudo, pasar el día, y ¡santas pascuas! Quien se excediese en el trabajo sería un tonto de capirote. No por eso ganaría más.

Elías sacó de su bolsillo una pequeña faja negra, que le servía de tapabocas, se la envolvió al cuello y se dispuso á salir. El cafetero, con su oficiosidad acostumbrada en presencia de aquel personaje, se dirigió á abrirle la puerta. Ya principiaba á despuntar el día. El viejo realista salió sin saludar á su amigo y tomó la dirección de su casa. #Un lance patriótico y sus consecuencias#.

Cuando este hombre estuvo cerca del mostrador, levantóse el cafetero con recelo, se fué á la puerta de la calle y escuchó atentamente algún tiempo; volvió, se asomó á un ventanillo que daba al patio, y después repitió la misma operación en una puerta que daba á la escalera. De los tres mozos del café, uno solo estaba allí, roncando sobre un banco: el amo le despertó y le despidió.

De ser esto cierto, sobre constituir un ataque infundado a los sagrados derechos individuales, lo es también a la industria libre y honrosa de los cafeteros, y...» ¡Y le resobra la razón, así Dios me salve! ¿Y de qué come el pobre del cafetero si le espantan la parroquia? El pillo del oficial, como tiene su paga....