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No .... Eso nadie lo sabe hasta que una vez en la noche, durmiendo en un pajar o caminando solo por un camino, se aparece el ángel que nos habla en nombre de Nuestro Señor. ¡Job, no digas tonterías!... Si te parece cambiaremos nuestras cruces.... Ofrece su bastón al leproso el viejo linajudo, y recoge del sendero el palo del mendigo.

Ambos nos dirigimos al lugar que me habían designado, o sea, la acera de la calle de Sevilla colocada en el sitio de los recientes derribos, donde tumbado boca arriba, con la cabeza apoyada en una piedra y expuesto a los rigores del sol, vimos a un mendigo sucio y desarrapado. ¡Cómo se nos había de ocurrir que aquel hombre fuese Pelayo del Castillo!

Baudelaire, el solitario, hizo de su capa torre de marfil que le aislaba del vulgo de malos poetas, de periodistas hueros y vanidosos, de cretinos equilibrados. La capa de Verlaine rodó por las tabernas y por los hospitales, y aquella capa de mendigo es ahora venerada como la bandera de la Francia espiritual. ¡Capa de la bohemia!

Sea por razon de la topografía, sea por otras causas, Santander es una provincia mas semejante por su aspecto general á las vascongadas que á las de Castilla. Desde luego, en la hoya del Besaya no se ve un solo mendigo, ningun ser inútil, nada que indique miseria.

El cochero y el carretero son los reyes de las calles de Lóndres, como el mendigo y el salteador entre las ruinas de Roma, Ademas, aquellos dos personajes clásicos de Inglaterra son los «Carones» de esa laguna Estigia de Lóndres: ellos se apoderan del extranjero, le despojan de una parte del capital de viaje y le consignan al infierno del «hotel» para que la obra se complete.

No ha media hora, ni aun un mediano momento, que me vi señor de reyes y de emperadores, llenas mis caballerizas y mis cofres y sacos de infinitos caballos y de innumerables galas, y agora me veo desolado y abatido, pobre y mendigo, y, sobre todo, sin mi mono, que a fe que primero que le vuelva a mi poder me han de sudar los dientes; y todo por la furia mal considerada deste señor caballero, de quien se dice que ampara pupilos, y endereza tuertos, y hace otras obras caritativas; y en solo ha venido a faltar su intención generosa, que sean benditos y alabados los cielos, allá donde tienen más levantados sus asientos.

Se dan dos sueldos a un mendigo de blusa, diez al que viste de americana, cien al de levita; calcule usted lo que conviene ofrecer a los que mendigan en coche de cuatro caballos. ¿Quiere ir usted a ver lo que pide? ¡Diablo! Usted me ha contratado por meses; no contábamos las visitas. El doctor se hizo llevar a casa de la señora Chermidy. Cuando entró, estaba en escena.

Llorad, llorad en torno de la fosa Del bardo fiel que su mision llenó, Y que las plantas de su Patria hermosa Con versos aromáticos bañó. Llore tambien el mísero mendigo, Y el desvalido en miserable lecho, Cayó sin vida el que con voz de amigo Defendiera su pan y su derecho.

Muchos chuetas, funcionarios del Estado en la Península, militares, magistrados, hacendistas, al volver a Mallorca encontraban que el último mendigo se consideraba superior a ellos, y al creerse molestado prorrumpía en insultos contra sus personas y sus familias. El aislamiento de este pedazo de España rodeado de mar servía para mantener intacta el alma de otras épocas.

El pobre amanuense de Castro Pérez, herido y lastimado por la murmuración villaverdina; un pobre estudiante, recién salido de aulas, favorecido por los elogios de don Quintín Porras, y llevado a Santa Clara por las recomendaciones de un maestro de escuela, de un médico a la antigua, sin fortuna ni fama, y de un mendigo franciscano.