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Si les hiere de muerte es porque padecen una aberración replicó el pintor . No son espíritus sanos, bien equilibrados. Pero en fin, no se trata de eso. A la mujer corresponde evitar disgustos a su marido por medio de una gran prudencia, del más profundo secreto. Basta con eso, porque repito y sostengo que no hay tal crimen.

Dame un aire puro, y yo te daré una sangre rica; dame una sangre rica, y yo te daré los humores bien equilibrados; dame ...» Y así sucesivamente, toda la retahíla que ya conoce el lector.

Así como las aventuras novelescas de los libros de caballerías enloquecían a los espíritus débiles, ciertas exageraciones en que incurren los biógrafos de los santos son extremadamente peligrosas para los temperamentos no bien equilibrados. Sólo los corazones sencillos son gratos a Dios y a los hombres. O niños o como niños, ha dicho el Salvador.

No tiene escape, Nieves: dame un aire puro, y yo te daré una sangre rica; dame una sangre rica, y yo te daré los humores bien equilibrados; dame los humores bien equilibrados, y yo te daré una salud de bronce; dame, finalmente, una salud de bronce, y yo te daré el espíritu honrado, los pensamientos nobles y las costumbres ejemplares. In corpore sano, mens sana.

Baudelaire, el solitario, hizo de su capa torre de marfil que le aislaba del vulgo de malos poetas, de periodistas hueros y vanidosos, de cretinos equilibrados. La capa de Verlaine rodó por las tabernas y por los hospitales, y aquella capa de mendigo es ahora venerada como la bandera de la Francia espiritual. ¡Capa de la bohemia!

«No tiene escape. Denme ustedes un aire puro, y yo les daré una sangre rica; denme una sangre rica, y yo les daré los humores bien equilibrados; denme los humores bien equilibrados, y yo les daré una salud de bronce; denme, finalmente, una salud de bronce, y yo les daré el espíritu honrado, los pensamientos nobles y las costumbres ejemplares. In corpore sano, mens sana.

Y también como en ésta, en aquélla y en todas las épocas, había una dorada medianía culta, un rebaño de hombres equilibrados, fácilmente moldeables a todas las formas y a todas las conveniencias; una humanidad correcta, honorable, de tan glorioso sentido común, que rechazó de su seno, babeó la reputación y mordió la sandalia de aquel extravagante perturbador de la buena armonía de las costumbres, de aquel inadaptable inmoral.

Era un cacique que, merced a los encantamientos de la bruja, se había convertido en águila para cegar al conquistador. Hombres razonables y equilibrados no hubieran seguido adelante. Una visión ordinaria de la realidad les habría impulsado a retroceder o a tenderse en el suelo, desalentados.