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Actualizado: 21 de junio de 2025
Así como las aventuras novelescas de los libros de caballerías enloquecían a los espíritus débiles, ciertas exageraciones en que incurren los biógrafos de los santos son extremadamente peligrosas para los temperamentos no bien equilibrados. Sólo los corazones sencillos son gratos a Dios y a los hombres. O niños o como niños, ha dicho el Salvador.
El detenido fue puesto en libertad, y más tarde, se jactaba del robo y de su astucia, diciendo: ¡Amigo, que son mulitas !... ¡Yo tenía en la puerta de la platería un carro cargado de pasto verde, pero arreglado con un hueco en el medio; pasé, tiré la vidriera y seguí corriendo, seguido del platero! ¡Pobre hombre! ¡Ni coceó, y el carro se fue con la vidriera, mientras a mí me enloquecían a preguntas en la comisaría!... ¡Vivos los mozos!
Viajaba a menudo y gastaba grandes sumas en objetos de arte. Los cuadros buenos le entusiasmaban, pero los bronces de mérito le enloquecían. Tenía el buen gusto de no invertir un ochavo en libros viejos, ni en vargueños apolillados; prefería las obras contemporáneas, si eran buenas, y, lo que es más raro, las leía y las saboreaba.
Inmensos carros de mudanza vinieron de París cargados de muebles y tapices. Cuarenta y ocho horas antes de la llegada de madama Scott, la señorita Marbeau, directora de correos, y la señora Lormier, la alcaldesa, se habían deslizado en el castillo, y sus descripciones enloquecían a todo el pueblo.
La visión repentina de la verdad después de las ilusiones que había creado el gobierno con sus partes optimistas , la certeza de que los alemanes estaban próximos, cuando una semana antes se los imaginaban muchos en plena derrota, los taubes volando sobre París, la misteriosa amenaza de los zeppelines, enloquecían á una parte del vecindario.
Los pueblos cristianos se exterminaban, no por los caprichos y los odios de sus pastores, sino por algo menos concreto, por el prestigio de un trapo ondeante, cuyos colores les enloquecían.
Vivía en el mundo ideal de sus lecturas, rozándose con mujeres elegantes, perfumadas, espirituales, de cierto arte en el refinamiento de sus vicios. Las hortelanas tostadas por el sol que enloquecían a su padre como brutal afrodisíaco, causábanle la misma repugnancia que si fuesen mujeres de otra raza; seres de una casta inferior.
Palabra del Dia
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