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Actualizado: 2 de junio de 2025


Y el viejo, sin tener en cuenta la reconciliación de los esposos ni el paso del tiempo, se sintió emocionado por esta maternidad, como si su hijo hubiese intervenido en ella. Mientras tanto, Julio seguía marchando, sin volver la cabeza, sin enterarse de esta mirada fija en su dorso, pálido y canturreando para disimular su emoción. Y nunca supo nada.

Pero si la mujer es para vos completamente indiferente, si sólo os casáis mecánicamente dijo el conde de Haro, que era un tanto socarrón , casáos con la menor de mis hijas; tiene veinte años, es fea, fuertemente fea de cara, pero robusta, llena de vida, y á propósito, decididamente á propósito para la maternidad.

Dios, si me muero, y el pensamiento vive más allá de la muerte, estaré viendo toda la eternidad esta carita graciosa, con su expresión celestial, estos ojos serenos y risueños, esta cabellera oscura con ráfagas blancas que le hacen tanta gracia... esta boca, que no habla sin que me duela el alma. ¡Pobre ángel!, su única pasión es la maternidad, sed no satisfecha, desconsuelo inmenso.

Así, pues, en medio de la carencia aparente de sentidos y de organismo, envuelto todo en misterioso enigma, en el dintel dudoso de la vida, la generación la revela y nos descubre el preludio del mundo visible cuya escala vamos á recorrer. Sólo se divisa la nada, y en esa nada ya aparece la maternidad. Flor de sangre.

Era como sois todas las mujeres nacidas abajo, Sagrario. Vuestra hermosura dura un momento: únicamente se sostiene en pleno estallido de la juventud. La hembra del pobre no puede ser hermosa si no huye de su clase. El hambre y el trabajo son enemigos de la belleza. La labor diaria la hace perder su frescura y su fuerza. La maternidad en plena miseria le absorbe hasta la médula de los huesos.

Todos estos sentimientos de enemistad y de cólera los había heredado Perla de su madre: en el mismo estado de exclusión de todo trato social, se encontraban la madre y la hija; y en la naturaleza de esta última parecía que se perpetuaban todos aquellos elementos de inquietud que tanto agitaron á Ester antes del nacimiento de la niña, y que después habían comenzado á calmarse merced á la influencia benéfica de la maternidad.

El matrimonio la había embellecido dándole la plenitud amable de la forma femenina, convirtiendo su hermosa primavera en dorado y espléndido estío. La misma maternidad, sin quitarle frescura ni desfigurar su cuerpo, le prestaba una majestad suave y protectora.

Siete años duró el matrimonio, y su único fruto fue Juanito, a quien pusieron tal nombre por apadrinarle el hermano de Manolita, o más bien, doña Manuela, pues el estado de maternidad, ensanchando sus macizas carnes de matrona, habíanla dado un aspecto respetable y majestuoso. Aquel marido aceptado en un arrebato de ira, no llegó a inspirarla amor mereció la tierna simpatía del agradecimiento.

Te desesperas, y el Cielo te ha acordado la dicha más grande que puede pretender una mujer. Renacerás por tu hijo; tu vida sacará de su juventud un nuevo vigor. Un relámpago pasó por sus ojos; luego se dejó caer suavemente y cerró los párpados, sonriéndose. Sólo el sentimiento de la maternidad podía dar alas a su esperanza. Abrió la boca una vez más y murmuró algunas sílabas.

Bajando por la escalera, unas opinaban que el furor de la Valcárcel era fingido, que bien satisfecha estaba con el descubrimiento; otras pensaban, más en lo cierto, que si algo halagaba esta potencialidad a Emma, no le daban lugar a satisfacciones el terror del parto, el asco y la repugnancia a los menesteres de la maternidad después del alumbramiento.

Palabra del Dia

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