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Salía, cruzando el estrado triste, pasillos y galerías; llegaba a su gabinete y también allí se apretaba contra los vidrios y miraba con ojos distraídos, muy abiertos y fijos, las ramas desnudas de los castaños de Indias, y los soberbios eucaliptos, cubiertos de hojas largas, metálicas, de un verde mate, temblorosas y resonantes.

Segunda zona: fórmanla un zocalito pequeño, luego una cenefa de hojas y figuritas, luego una crestería dorada, despues otra cenefa mas ancha de hojas sutiles, de plata mate con figuras doradas. Esta segunda zona va en disminucion, y sostiene la tercera, que se compone de los cuerpos siguientes. Tercera zona: basa saliente, que sirve de cornisa á la cenefa de la zona inferior.

Manojos de hierbas, desplegadas como largas cabelleras, ondulan por el impulso del arroyo: agitadas por la rápida corriente se estremecen de impaciencia, y en los remansos de agua casi inmóvil, se mueven majestuosamente; pero lentas ó precipitadas en sus ondulaciones, se alejan y aproximan á la vista, á causa de sus variados tonos que cambian incesantemente del blanco mate al verde obscuro.

La señora tomó pie de esto último para variar la conversación: «Dices bien. ¿Sabes que tu hermano Juan Pablo me parece a que no está bueno de la cabeza? Hoy estuvo otra vez a darme la jaqueca... Pues que le he de hacer el préstamo o se pega un tirito. ¡Como no se mate él! Es el egoísmo andando.

A la entrada de la verja, sobre sendas columnas de mármol gris, dos niños de bronce alzaban sus bracitos gordezuelos para sostener una bomba de cristal mate, que protegía un mechero de gas.

¡Araceli! exclamó con súbita furia ¿quieres que te mate? Deseo acabar con alguien. Estoy dispuesto a darle a usted ese gusto. ¿Cuándo? Ahora mismo. ¡Ah! dijo riendo a carcajadas . Tiene la preferencia el Sr. D. Quijote de la Mancha. España, me despido de ti luchando con tu héroe. No importa. Después de las burlas pueden venir las veras.

Iba á todas horas con un cigarro paraguayo en un extremo de sus labios azulencos y chorreantes de nicotina, y cuando don Carlos no estaba presente, empleaba para tomar mate su misma calabacita de finas labores y su bombilla de plata.

El break entró en la chacra ascendiendo la pendiente del camino que daba acceso a la casa, en cuyo corredor estaba don Casiano que, al reconocerlo a la distancia, dijo a la Pampita: Son los Astules... tomá el mate, hijita y se dirigió al encuentro del carruaje, que ascendía penosamente el final empinado de la cuesta. ¡Jiú!... ¡jiú!... ¡jiú!...

Con que salgáis de un lance con él sin que os mate, no hay más; habéis quedado recibido en todas partes y por todo el mundo por valiente y buena espada. ¿Sabéis á cuántos ha matado don Bernardino? Saber por mismo... no... pero se dice de él... ¡Eh! Del dicho al hecho...

Allá arriba, en los círculos donde en torbellinos se amontonaron las nubes de agujas blancas fustigadas por la tempestad, la uniforme extensión de las nieves no cambia de aspecto. De año en año y de siglo en siglo, sigue siendo blanca, mate á la sombra de las nubes, deslumbradora á los rayos del sol.