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Actualizado: 15 de noviembre de 2025
Usted es una persona decente que ha venido á menos, y tiene todo el aquél de mujer fina, como hija neta de marqueses.... Bien lo sé... y que le quitaron la posición que le corresponde esos pillos de la curia.... ¡Ay, Jesús! exclamó Isidora, exhalando en un suspiro todas las remembranzas tristes y alegres de su novelesco pasado. No hablemos de eso.... Pongámonos en la realidad.
Si por su traje pobrísimo, lleno de remiendos y zurcidos, por sus alpargatas rotas, no comprendían ellos la diferencia entre una cocinera jubilada y una señora nacida de marqueses, pues bien pudiera esta vestirse de máscara, en otras cosas no cabía engaño ni equivocación: por ejemplo, en el habla.
Era el de la habitación en que había muerto la hija de los Marqueses. El Magistral recordaba haber estado allí, de rodillas, con un hacha de cera en la mano, mientras le daban a la pobre joven el Señor. Hacía mucho tiempo. Aquel balcón se abrió de repente. De Pas vio una figura de mujer que se apretaba a las rejas de hierro y se inclinaba sobre la barandilla, como si fuera a arrojarse a la calle.
Desde el Norte de Méjico hasta el extremo Sur de Chile y de la República Argentina, sería fácil demostrar que en el día de hoy hay más indios que hubo nunca y son más felices, mejores y más civilizados que jamás lo fueron; que bajo el dominio de España los indios que se distinguían ó lo merecían podían ser cuanto se podía ser entonces en España; generales, arzobispos, duques, marqueses, y presidentes de tribunales; y que ahora pueden ser, y son á veces, presidentes de las Repúblicas.
Además allá comían a la francesa, aunque doña Rufina solía cambiar las horas y comer a la que se le antojaba. De todas suertes, los días de Paquito Vegallana no solían celebrarlos con gaudeamus, ni él estaba invitado ni... con todo... dejó aquella visita para última hora. Y ¿por qué había de preferir la mesa de los marqueses a la de Páez, no menos espléndida?
Y a un tiempo, alegres todos con el hallazgo, dijeron los Marqueses y su hijo: ¡El Vivero! ¡Bravo, bravo, eureka! repetía el Marqués . Paco tiene razón, ¡al Vivero! se van ustedes al Vivero. Y la Marquesa: ¡Hermosa idea! ¡Qué gusto! Y nos veremos a menudo antes de irnos a baños.... Don Víctor protestó. ¡Cómo el Vivero! ¿Y ustedes? Nosotros no vamos este año. O iremos mucho más tarde.
La mayor parte de los convidados abajo, en el salón, se preparaban a volver a Vetusta, otros preferían aceptar la hospitalidad que los Marqueses les ofrecían en el Vivero por aquella noche.
Se hundían en él los jinetes, asaetados por todas partes, y los almogávares degollaron á la flor de la caballería franca, condes, marqueses y barones, siendo de los primeros en caer Gautier de Brienne. Luego de saquear el país, los vencedores se establecían en Atenas.
Y por lo que toca a parroquianos, les tenemos marqueses y condeses, tan buenos como los que entran a comprar en casa de Sobrino. Se trata muy buena gente en este comercio. ¿Ves esta falda? Pues me la regaló una señora que iba a Palacio y trataba casi de tú a los reyes. ¿Ves este corpiño? Pues fue de una cómica muy guapa, de la que hablaron mucho los papeles: ¡ya ha muerto la pobre!
Veamos qué cálculos y propósitos eran los que preocupaban a los marqueses en los momentos en que todo el tiempo de que disponían debiera parecerles corto para liquidar sus largas cuentas con Dios.
Palabra del Dia
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