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Actualizado: 3 de mayo de 2025
La figura de Dios crucificado, Que en la iglesia y altar devota estaba, A quien el enemigo ha desgarrado, Y de ella con oprobio se burlaba, Pues representa á Dios Verbo Encarnado, ¿Quien duda al Padre Eterno se quejaba, Y dice: "aunque Cordero muy benigno, Perezca ya este espíritu maligno?"
Allí lucía de nuevo su primor y gentileza Quino, el más prudente y astuto de los hijos de Laviana. Su pareja ya no era Telva, como la noche anterior, sino Eladia. Con este arte maligno de tira y afloja tenía á las dos zagalas rendidas, deshechas de amor. Pero en aquel instante más que de su pareja se cuidaba de mirar con recelo la actitud de los de Lorío.
La servidumbre se vengaba con placer de los minuciosos cuidados que antes se veía obligada a prodigarle, de aquellas ásperas reprensiones que recibían por su causa. En particular Concha, la microscópica doncella, experimentaba una alegría indecible, propia de su carácter maligno y rencoroso, cada vez que la señora mostraba de algún modo su desdén por la niña recogida.
En el mismo momento que el santo decidió dedicarse á Dios, tembló el suelo y se estremeció toda la casa, quedando esta abertura como recuerdo. Era el demonio que acogía de este modo la resolución del santo. Sería de rabia dijo Aresti con gravedad imperturbable. De rabia y de miedo contestó el hermano con modestia. Tal vez el maligno tembló, adivinando que el santo iba á fundar nuestra Orden.
Novillo, presa de sus propias ansiedades amorosas, se levantó sin haber escuchado a Apolonio, y fué hacia la puerta, a mirar desde allí furtivamente a Felicita. Apolonio le seguía, declamando con el brazo extendido y la mirada flamígera: Jamás lo declararé. Antes pasarán sobre mi cadáver. Y si después de muerto lo declaro, conste que no soy yo, sino un espíritu maligno que habla por mi boca.
Pep había tenido que ir a las manos con su hijo, rabioso y maligno como un mono, el cual, al ver al moribundo, extrajo de su faja un gran cuchillo, pretendiendo rematarlo. ¿De dónde habría sacado Pepet aquella arma? ¡El demonio son los muchachos! ¡Famoso juguete para un seminarista!...
10 Sin falta le darás, y no sea tu corazón maligno cuando le dieres; que por ello te bendecirá el SE
Un poder extraño te mueve hacia ella; tienes al mismo tiempo la sensación de caer en un abismo y escuchas como carcajadas lejanas de un espíritu maligno, que quisiera atraerte una irreparable condenación. Has tomado, sin comprender cómo, las manos que ella apoyaba en el borde de la cuna.
Mientras se hallaba ocupado en estas reflexiones, resonó un golpecito en la puerta del estudio, y el ministro dijo: "Entrad" no sin cierto temor de que pudiera ser un espíritu maligno. ¡Y así fué! Era el anciano Rogerio Chillingworth. El ministro se puso en pie, pálido y mudo, con una mano en las Sagradas Escrituras y la otra sobre el pecho. ¡Bienvenido, Reverendo Señor! dijo el médico.
Nada, no le había visto en su vida. Clementina, que advirtió la sorpresa de su amante, después de responder al saludo redobló su amabilidad con Raimundo, volviéndose enteramente hacia él, acercando el rostro para hablarle, haciendo mil monerías destinadas a llamar la atención del noble salvaje y a preocuparle. Sentía un goce maligno en ello. Castro había llegado a serle indiferente.
Palabra del Dia
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