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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Guiñaba un ojo maliciosamente al hablar de los propósitos de Canterac, y á continuación se mostraba grave para afirmar la cordura de la marquesa, que «no era la mujer que se imaginaban muchos». Se disponía á mostrar al español el famoso «santuario de verdura», cuando le abandonó repentinamente, mascullando excusas, para correr hacia la entrada del parque. Elena acababa de llegar.
Mira al secretario del ayuntamiento qué casa tan hermosa está levantando en la plaza.» ¿Y qué sueldo tiene el secretario? preguntaba Octavio. Diez mil reales. ¿Y con diez mil reales al año se levantan casas magníficas? Ahí verás tú respondía D. Baltasar guiñando maliciosamente el ojo izquierdo.
Infundirles nueva vida, ¿verdad? dijo Carlota maliciosamente. ¡Eso es! repuso D. Laureano riendo. En aquel momento apareció en la puerta la arrogante figura de Concha. Oye tú, guasón, ¿qué te has figurao? ¿Piensas que voy a estar hasta que amanezca sola en esa alcoba? profirió sin dirigir el más leve saludo a la compañía, clavando su mirada colérica en Romadonga.
Gloria me rechazó; pero yo, tomándole las manos, preguntele con acento conmovido: ¿Por qué me has hecho sufrir tanto? También yo he sufrido; calla. Y se dirigió a la puerta, llevándome a su lado. Isabel dio algunos pasos hacia nosotros y, sonriendo maliciosamente, nos dijo: Veo que la reconciliación ha sido completa. Luego abrazó a Gloria y le dijo al oído algunas palabritas.
Cada una es cada una, y la que más y la que menos sabe por dónde corre el agua del molino. Oyes, Valentina dijo Elvira sonriendo maliciosamente, cuando te cases, ¿piensas llevarlas de Cosme? Si las merezco las llevaré... Más quiero llevar dos bofetadas de mi Cosme que el desprecio de un señorito, ¡alza! Así me gusta; ¡aprended, aprended, chiquillas! dijo Pablito.
¿Ve usted aquella casa, aquella, la nueva, la que está pintada de gris? Pues ahí vive una persona que toca mejor que Luisa.... ¿No lo sabía usted? ¡Ah! Sí, la señorita Fernández. ¡Sí! ¡Esa!... murmuró maliciosamente la parlanchina. ¿Y qué? ¿Qué? La señorita Fernández... repitió con mucha sorna la morena. ¿Por qué lo niega usted? dijo la rubia. ¿Qué tiene eso de malo?
Me miró maliciosamente y lanzó una carcajada, sin hacer caso de la cara hosca que ponía su hermana. Pues mira que muchos han maldecido antes de ahora a esos Elsberg pelirrojos refunfuñó la buena mujer; y yo me acordé en seguida de Jaime, cuarto conde de Burlesdón. ¡Pero nunca los ha maldecido una mujer! exclamó la moza.
Estarías admirablemente. Creo que debes encargarte el traje en seguida. Amparo sonrió maliciosamente Ya está encargado y ya está hecho. Mira. Y abriendo el cuarto guardarropa le mostró un maniquí vestido de reina de Escocia. Llegó al fin el día del baile. Los periódicos lo anunciaron por última vez haciendo resonar fuertemente el bombo y los platillos.
Esa semejanza no saltaba a los ojos, como había maliciosamente pretendido la Fleurota; para descubrirla era necesario estudiar muy de cerca y en la intimidad los modos de ser y de expresarse del joven Princetot.
Parece que uno de los parodiadores de Cristo empujó maliciosamente a otro compañero, que no tenía aguachirle en las venas y que, olvidando la mansedumbre a que lo comprometía su papel, sacó a relucir la navaja. Los demás penitentes tomaron cartas en el juego y anduvieron a mojicón cerrado y puñalada limpia, hasta que apareciéndose el alcalde, dijo: ¡A la cárcel todo Cristo!
Palabra del Dia
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