United States or Afghanistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Estarías admirablemente. Creo que debes encargarte el traje en seguida. Amparo sonrió maliciosamente Ya está encargado y ya está hecho. Mira. Y abriendo el cuarto guardarropa le mostró un maniquí vestido de reina de Escocia. Llegó al fin el día del baile. Los periódicos lo anunciaron por última vez haciendo resonar fuertemente el bombo y los platillos.

Está bien dijo finalmente . Sólo te ruego que vuelvas cuanto antes á encargarte del mando... No olvides lo que pierdes teniendo el buque amarrado. Pocos días después de la partida del vapor, cambió radicalmente el modo de vivir de Ulises. Ella no quiso continuar alojada en el hotel. Acometida por un pudor repentino, le molestaban las curiosidades y sonrisas de pasajeros y criados.

Volvieron a meterse en la taberna los cuatro hombres, y poco después se unieron a ellos Manisch, el patrón del barco la Fleche, que al entrar se quitó el sudeste, y dos marineros más. ¿De manera que estás dispuesto a encargarte de ese asunto? preguntó Ospitalech a Martín. . ¿Solo? Solo. Bueno, vamos a dormir. Por la mañana iremos a ver al principal y te dirá lo que se puede ganar.

Rodó la conversación de idea en idea, hasta que Aviraneta tocó a Salvador en el brazo y le dijo con misterio: Si quieres encargarte de una misión delicada, no hay ningún inconveniente en confiártela. Ya que conspiras, ¿pero por quién? replicó Salvador riendo ¿Por Cristina, por D. Carlos o por ambos a la vez? me conoces, y sabes que con alas mías no ha de volar ningún murciélago.

No quiero que digas a Braulio que te he escrito. No quiero que se engría del cuidado que por él me tomo, o que se fastidie de que no le dejo un instante de libertad. Cuídale mucho, sin que él sepa que yo te lo encargo. Es muy aprensivo y se afligiría imaginando que yo le tengo por enfermizo, cuando, siendo tan perezosa como soy, me muevo a escribirte sólo para encargarte que me le cuides.

Por eso me gusta tanto viajar... Con el ruido del tren, no oigo el mío». Hubo un momento de silencio y tristeza en la mesa; pero aquello pasó, y siguieron charlando. Jacinta observaba que alguien le hacía telégrafos desde la puerta, alzando un poco el cortinón. Salió: era Guillermina. «No, yo no paso. Tengo que irme al momento a la obra le dijo con secreteo . Vengo para encargarte que le hables.