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Yo me llevaré, firmado por usted, el que me asegure que Antoñuelo quedará libre, y firmaré y dejaré en poder de usted el que declare que le soy deudora. Está bien. No hay más que hablar dijo don Ramón. Y yendo a su escritorio redactó los dos documentos en un periquete. En el pagaré se comprometía Juanita a pagar, en el término de seis meses, la cantidad de diez mil reales.

Mirando al profesor con lástima, Maxi dijo a su esposa: «Este buen señor está tocado. Me da mucha lástima, porque lo que es andar mal de la cabeza. Si él quisiera seguir mi plan, yo me comprometía a ponerle como nuevo».

Ella se irritó y hemos estado enfadados una semana entera, con motivo de ese Gerardo, que la corteja sin ocultarse. Encontraba yo que ella aceptaba y hasta buscaba imprudentemente sus galanteos y que se comprometía. Hícele la observación y ella la tomó con altanería e impaciencia. La acusé de ser una coqueta y de hacer doble juego, y ella se indignó, por lo que cambiamos palabras crueles.

Facia no lo traería a mano, porque no contaba al ir a la fuente con aquella urgencia repentina; pero él se comprometía a volver a recogerlo allí mismo al día siguiente a la misma hora, y era igual. Era libre como el aire, y estaba en posesión de todos sus derechos, incluso el de vivir con su mujer o el de reclamar a su hija para llevársela consigo, si lo primero no le convenía.

La amaba, y ese amor saldría victorioso de todos los obstáculos, cuya importancia, por otra parte, se exageraba Liette. La amaba, y por la sola potencia de ese amor, se comprometía a convencer a la señora de Candore y a obtener su consentimiento. Pruebe usted murmuró ella vencida.

En vano la voz cuerda le insultó mientras formulaba tales ofrecimientos. Se comprometía ciegamente; tal vez esta aventura iba á ser la más terrible de su historia... Pero para acallar sus escrúpulos, la otra voz gritaba: «Eres un caballero, y un caballero no abandona por miedo á una mujer horas después de haber recibido el presente de su cuerpo. ¡Adelante, capitán

Un marino que todavía no contaba treinta años y ya había recorrido toda la tierra conocida, Elíseo Kent Kane, acababa de proclamar una idea atrevida, pero magnífica, que había exaltado vivamente la ambición americana. Así como Wilkes prometiera descubrir un mundo, Kane se comprometía á encontrar un mar, un mar libre bajo el polo.

Yo me comprometía, si era necesario, a no volver a ver a mi hija para no contaminarla con mi contacto. A ella, si Juan Maury no quería tenerla en su casa, la podría tener bajo la custodia y autoridad de una ilustre y anciana parienta suya, viuda y sin hijos, y de quien sabía yo que le amaba en extremo.

Vuecencia me perseguía, me comprometía, me exponía y se exponía a mismo a tener un lance con mi novio. He sido leal y no he ocultado a vuecencia que tengo novio y que le quiero y que por nada y por nadie del mundo le faltaré nunca. Vuecencia ha sabido por mi boca que ese novio mío es su amigo de toda la vida. Si él debe a vuecencia muchos favores, también vuecencia se los debe.

Si decía que Quevedo le había quitado la carta, se comprometía. Si decía que la había perdido... la carta podía parecer y era un nuevo compromiso. Si rompía por todo y no llevaba aquella carta á la abadesa, ni volvía á ver al duque de Lerma, y se iba de Madrid... Esto no podía ser. Estaba comprometido con el duque. Estaba comprometido con la Inquisición.