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Actualizado: 22 de julio de 2025


No parecía haber perdido la hermosa modestia que la hacía tan simpática; pero aquella especie de encogimiento, aquel desmedido amor a la oscuridad, que emanaban del malestar hallado en su repentino cambio de fortuna.

Si tuviera padres o hermanos, creería que se le había muerto alguno... Apuesto a que ese narizotas de D. Narciso le ha dado otro disgusto. ¡Desprécielo, D. Gil, desprécielo! ¡Oh, no! ¡Cuidado con las injusticias, doña Josefa! se apresuró a decir el joven. Nadie me ha causado disgusto alguno. Estas lágrimas provienen de un malestar nervioso que siento hace días. ¡Si ya se lo decía yo!

No, no he estado replicó el chico con visible malestar, poniendo los ojos serios y distraídos para atajar, si era posible, las bromas insulsas con que Moreno solía regalarle. Pues, hombre, me sorprende muchísimo, porque unas vísperas me parece a que no son para desperdiciar... sobre todo solemnes. ¡Anda, que cuándo te verás en otra! Pues en seguida replicó Llot malhumorado.

Doña Catalina quedó sola. Su bello semblante moreno estaba pálido; por bajo de sus ojos se veía una señal levemente morada como de quien no ha dormido; su mirada estaba fija, impregnada de no sabemos qué expresión vaga, incomprensible. Había en su semblante un tinte de tristeza, una expresión de malestar interior. Golpeaba impaciente con su lindo pie el pavimento.

Al pasar la tierra, me reconocí completamente sano de mi anterior enfermedad. La influencia sin duda de aquel hermoso país, el vivo sol, el viaje, el ejercicio, equilibraron al punto las fuerzas de mi cuerpo, y respiraba con desahogo, andaba con soltura, sin sentir malestar alguno en mis heridas. Todo rastro de dolor o debilidad desapareció, y me encontré más fuerte que nunca.

Sólo una humanidad inferior gritó puede llevar en sus bolsillos semejantes porquerías. No creo que tengan empeño los Hombres-Montañas, si gozan de sentido común, en adquirir tales suciedades. Esto debe ser simplemente un vicio, una mala costumbre del gigante que ha venido á perturbarnos con su presencia. Pero una nueva aparición borró el malestar del público, imponiendo silencio al tribuno.

Me imagino lo que sucedería en la tierra si un poderoso cometa se acercase a ella: al principio, el malestar general; después, rumores sordos, vagos; en seguida, las oscilaciones del globo atraído fuera de su órbita; hasta que al fin los sacudimientos convulsivos, el desplome de las montañas, el cataclismo, traerían el caos que precede a cada una de las creaciones sucesivas de que nuestro globo ha sido teatro.

La cabeza se me caia, y todo rodaba en torno mio, como si me hallase en alta mar. Pocas veces me he visto asaltado de un malestar que más me afligiese. Mi mujer lo conoció inmediatamente, y cogidos del brazo, empezamos á bajar la escalera, detrás de la criada. Aquello era el descenso de la cruz, pero siquiera era el descenso. El equipaje quedó en las alturas.

El estado del estómago é intestinos es el de una plenitud gástrica ó intestinal, mas bien mucosa y saburral que biliosa; las regurgitaciones, la saliva y las mucosidades que afluyen á la boca tienen el gusto de los alimentos; hay náuseas, anorexia y sed, algunos eructos insípidos ó un poco ágrios, regurgitaciones gaseosas y malestar, que se eleva hasta la angustia, con cólico, pinchazos en el vientre, conato á vomitar, vómitos mucosos, á los que se une la bilis por efecto de los espasmos y sudores generales.

Experimentaba el jinete indefinible malestar, disculpable en quien, nacido y criado en un pueblo tranquilo y soñoliento, se halla por vez primera frente a frente con la ruda y majestuosa soledad de la naturaleza, y recuerda historias de viajeros robados, de gentes asesinadas en sitios desiertos. ¡Qué país de lobos! dijo para , tétricamente impresionado.

Palabra del Dia

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