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Actualizado: 22 de julio de 2025


Estas últimas palabras causaron a Huberto cierto malestar; para disimular las ideas que le sugerían, interrumpió a la joven y dijo afectando un temor cómico: ¡Qué desgracia! ¡Usted me hace estremecer! ¡Volemos en socorro de su querido padre!

A fuerza de permanecer encerrado en casa, comenzó a digerir mal, y luego a comer poco: uniose al desasosiego moral el malestar físico, ayudó la inapetencia a la melancolía, y en menos de tres semanas se quedó flaco y triste como fiera enjaulada.

Después de una larga contemplación, les volvió la espalda con sumo desdén y se puso a liar un cigarrillo. En seguida echó a correr a la estación, sin acordarse de que no había comido en muchas horas ni de que sentía en el estómago el agudo malestar del hambre.

Por un sentimiento de delicadeza muy natural, pero excesivo, no había querido confesar ni aun a sus amigos el verdadero estado de su brazo herido: la verdad era que todo ejercicio violento, y sobre todo el de la esgrima, determinaban en aquel desgraciado brazo un malestar y un entorpecimiento que debían dar una gran ventaja a un tirador tan consumado como el señor de Maurescamp.

A veces la lluvia, la tempestad, una nube que nos intercepta el sol, nos produce un malestar cuya causa no sabemos explicarnos y que determina nuestras alternativas de temperatura moral, si así puede llamarse el fenómeno... Venga usted, querido tutor añadió volviéndose hacia el señor de Avrigny, venga usted a decirle que todos conocemos la bondad de su alma y que ni nos ofende un antojo suyo ni nos alarma uno de sus arranques impetuosos.

Me está molestando mucho... Busca las hilas y la pomada, y trae unas tijeras que corten bien. Ventura salió sin decir nada. Poco después volvió con aquellos enseres en las manos. Se había puesto seria y parecía distraída. El tenía impreso en el rostro el hastío y el malestar que causa la cama.

Por fin todo desapareció, y, desagradablemente impresionado por esa vista y por las últimas palabras de Juana, Raúl se puso a pasear por el puente lleno de gente y se esforzó en vano por ahuyentar el malestar que le causaba aquella despedida profética. Pero pronto dominaron su ligereza y su escepticismo, y encogiéndose de hombros murmuró: ¡Bah! amenazas de mujer. Raúl olvidaba a la madre...

Horizontes de Marinduque. Isla Banton. El Padre Pablo. Á la vista de punta Matoco, límite de la provincia de Batangas, navegábamos en la mañana del día quince. El capitán, la tripulación y el escaso pasaje experimentaba el malestar de la calma y el calor tropical, tanto más sensible, cuanto que nos encontrábamos bajo la influencia de uno de los puntos más angostos del estrecho.

Está muy alegre y su humor es igual, dulce y tierno desde que todo está decidido, y yo le agradezco que sea dichosa, porque eso alivia no qué malestar que arrastro conmigo hace ya mucho tiempo, como el que no está dentro de su vocación.

Raimundo estaba tan atento a contemplar el palco de la señora de Osorio, que no reparó en la provocativa insistencia del tenorio. Este, cansado al fin, subió a saludar a su querida. Sentóse a su lado, en la misma posición que un momento antes había estado Raimundo, quien al verle de esta suerte sintió un extraño malestar, cierta vaga tristeza que no trató de definir.

Palabra del Dia

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