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Actualizado: 22 de noviembre de 2025


El P. Gil se dirigió a la puerta, pero cuando ya iba a trasponerla, D. Martín le gritó como si estuviese al frente de un batallón: ¡Alto! Hubo silencio embarazoso. El semblante de Osuna expresó malestar y vacilación. Nada, nada siguió el feroz inválido con su voz resonante de barba de teatro, no es usted hombre de honor, no tiene usted pizca de vergüenza si deja sin correctivo la ofensa.

Su presencia causó disturbio y malestar entre los mozos. Porque Toribión, no sólo con los enemigos, sino con los suyos se mostraba intemperante. Ahora daba terribles empellones á los mozos que tenía más próximos haciéndoles vacilar cuando no caer de bruces, ora se gozaba en apretarles la mano hasta hacerles exhalar gritos de dolor. Reía, gritaba, cantaba y hablaba á destiempo.

No se rompe fácilmente con tres años de dicha: no se dice frotándose las manos: ¡Loado sea Dios! ¡mi hijo es el hijo de una intrigante! El conde experimentaba, pues, un malestar moral, una inquietud sorda que contrariaba su pasión naciente. Temía confesarse a mismo; se detenía ante su corazón como ante una carta que no nos atrevemos a abrir.

Y en fin, si aun interviniendo este milagro, se dignara ofrecerme esa mano por la que yo daría mi vida, pero que jamás pediría ¿sería dichosa nuestra unión? ¿No debería yo temer tarde ó temprano en aquella inquieta imaginación el sordo despertar de una mal sofocada desconfianza? ¿Podría evitarme yo mismo una cavilación penosa, en el seno de una riqueza prestada? ¿Podría gozar, sin malestar, de un amor infestado por un beneficio?

Los niños participan siempre de las agitaciones de aquellas personas con quienes están en íntima relación; experimentan siempre el malestar debido á cualquier disgusto ó trastorno inminente, de cualquier clase que sea, en el hogar doméstico; y por lo tanto Perla, que era entonces la joya del inquieto corazón de la madre, revelaba en su misma vivacidad las emociones que nadie podía descubrir en la impasibilidad marmórea de la frente de Ester.

De esta manera, y con la convocacion de un Congreso en Bogotá para el 2 de Enero de 1830, el cual vendria investido con el carácter de Constituyente, cerraba sus puertas el año 1828, año lleno de malestar por la efervescencia de los partidos en que estaba dividida la opinion pública del pais, tanto mas temible cuanto que se alzaba en el corazon de hombres vigorosos y avezados á los azares de la guerra.

Su amigo experimentó una sensación igual de desagrado, y los dos dieron forma á su malestar, hasta convertirlo en un odio implacable contra los gauchos del Chaco. ¿Qué venían á hacer en Salta, donde no habían nacido?... ¿Por qué se atrevían á bailar con las mujeres del país?... Los dos sabían bien que estas mujeres bailaban con todo el mundo, y que las más de ellas no eran de la tierra.

Se fatigó de aquellas calurosas expresiones de amor que no encontraban la debida correspondencia. Tristán cada día más frío, más serio, más encerrado en mismo, detenía sus caricias y congelaba sus expansiones. El malestar fue creciendo y el alejamiento de los esposos haciéndose más ostensible.

Gil estaba fuertemente conmovido; el corazón le saltaba dentro del pecho. Sentía impulsos de romper en sollozos: procuraba, no obstante, con esfuerzo reprimirse, y esto le causaba malestar. Aquellas muestras de veneración, aunque representaban una ceremonia usual, le avergonzaban.

Viéronle marchar todos con cierta sorpresa a causa de su manifiesta turbación: en la risa que se dibujó en la cara del ex-gobernador, quiso adivinar Miguel que había atribuido la salida a algún malestar del cuerpo.

Palabra del Dia

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